noctivago

NOCTIVAGO


En aquella luna
divergían miles de silencios,
danzaba en un baile ciego.
Princesa de todo poder,
reina de los mares
y los líquidos.
Gobernando con su velo trágico
la nocturna lividez.
Se leían sonidos
trenzados de lamentos,
y una que otra basura
devorando desesperanzas.
Sigilosa,
presa de un embelesamiento feroz,
fingiendo no ofrecer nada.
Taciturnas luces,
semejantes
al color sombrío
de noches otoños.
La historia,
anterior
a cualquier nacimiento
y después de todo fin,
impregnada de luchas,
equivalente
a la vida misma.
Sangre en los ríos,
caminando,
como relámpagos
en la tierra.
Nosotros
estuvimos
al comienzo
de cualquier preocupación.
El dios de fuego
que habita en estas calles,
en las rutilantes tardes
o en las desvanecientes noches,
me indica
comienzos y fines,
delicias, locuras,
aromas, melodías,
canciones, exquisiteces,
dolores, sufrimientos.
Mientras ella dormía,
soñando
la ilusión
del peor de los enamorados,
sin el más mínimo temor,
en su velada
eterna
de diosa incandescente.
A mi lado,
Roídos por gusanos,
humanos
vestidos
con trajes oxidados
por
el hedor de sus costumbres.
De cuando en vez,
la dicha,
pasajera de un tren
tan veloz,
semejante
a lo que no
existe,
yo,
estaba muerto.