Nos observan

Hay evidencia empírica
de que la fe es científica,

de que la fuerza de la naturaleza
es de una inteligencia artificial,

de que el éter es la mente suicida,
el suicidio de dios,

de que las almas son mentes nuestras,
de una consciencia masiva e unificada,

de que la espiritualidad
no es cuestión de creencias,
y que su sentir no es contradicción,

hay evidencia de emociones tempranas,
entre umbrales de muerte,
de emociones infinitas y eternas,
de colores nuevos,
a los ojos, indescifrables,
de indescriptible aprecio,

hay consecuencias de abismo afótico,
de lenguajes cegadores,
entre lenguas pobres,

hay consecuencias tempranas,
y también lentas,

de sol ajeno,
de aguja débil,

hay consecuencias para todos,
entre acciones animales,
de naturaleza enferma,

porque como en toda manifestación,
el hombre se aprecia dotado,
como ser hambriento,
como presa del deseo,

hay evidencia de que todo termina,
en un final apartado de cualquier recuerdo,
aun más frío que un cadáver,
o que una gota de lluvia, cayendo,
de una sombra gélida, hacia el fondo,
hacia una soledad inconsciente,
en la que nadie nos podría contemplar,

somos motas de tiempo y canto,
de danza y obra,
de cuaderno y espanto,
por algún punto último,

hay evidencia del recelo divino,
desde lo mundano,
latir de corazón, humano,
de corazón despertado,

hay evidencia de que todo es un juego,
una simulación programada,

un camelo del destino,
de algún creador destinado
a observarnos
entre eternidades de multiversos.