O no

Diciembre,

día ocho,

mediodía,

mis pies se mojan

en la calmada orilla

del mar Mediterraneo.

Sol,

pero no castiga,

abriga

y mi alma cotilla de gestos,

acecha

con sus curiosos ojos

todo lo que alrededor gira,

fotografia con tinta

este precioso día.

Susurra el mar,

incansable,

acompaña

además de a este que narra,

a unas pocas personas diseminadas

por el pardo radiante de la arena.

Junto a mi

en un pequeño rompeolas

cuatro chavales pescan,

o no,

una abuela y su nieta,

o no,

huellas de perro y de su dueña,

o no

y deporte

y familias

y solitarios

y en compañía,

unas pocas almas,

que sin hablar

le hablan a este alma mía.


Lento el siguiente renglón,

minutos que no escribo,

sentado frente al sol

y con el susurro del mar en mi oído,

calmo,

miro,

pienso,

brillo,

observo,

vigilo,

siento,

respiro....

...no estoy muerto,

¡vivo!.

Poeta,

¿has vuelto?

¿vuelves a navegar

por el mar de la poesía?

¿mar de tintas y versos?

¿mar de los sueños

y sus oscuros reversos?.

Mar de realidades

conjugadas con anhelos,

de tempestades

sobre tu robusto velero.

Tinta de latidos,

poemas expuestos

como lienzos en museos,

pensamientos

con la intención pretenciosa

que con el transcurso del tiempo,

al menos,

le gusten a su propio dueño.

Inspirador mar,

poema escrito

con aromas salinos

y susurreante olear.

Poeta,

o no.

 

Precioso lugar para hacer volar la imaginación.
Que listas son las gaviotas que no abandonan ese lugar.

Un placer leerte

Alfonso Espinosa

 

¿Quien fuera gaviota?... mil gracias.

 

Excelencia divina de letras magistrales.

 

Eso es amigo Maramin

 

Gracias maestro