Obsesión

Desque una antigua noche
de Luna esbelta y fragante
su figura deslumbrante
y preciosa como un broche
se presentase a mis ojos
envuelta en tejidos rojos,
me hallo en la cárcel prendido
de Cupido.

Domina mi pensamiento
sin ninguna intermisión
la dulcísima expresión
de su semblante contento,
la finura de sus manos,
sus cabellos soberanos
y el color de su mirada
despejada.

Subyuga a la par mis sueños
la armonía de su voz,
y continuo tan atroz
por sus muslos brasileños
de un primor jamás descrito
se revela mi apetito,
que hasta una enorme fiera
me temiera.

Nada exhibe sus encantos
en opinión de mi mente,
ni del lilio el cuerpo ardiente
ni los eufónicos cantos
con que al sonreír el alba
sirven una amena salva
los bellos y seductores
ruiseñores.

Vivo, así, en un sinvivir
en que a cada nueva hora
mi alma presa más implora
del mundo poder partir.
Mas son los ruegos en vano,
y mi destino tirano,
llorar su trágica ausencia
con violencia.​