Oda a lo inerte

Oda a lo inerte
Trastocar el tiempo en un intento desesperado por no sentir,
convertirse en piedra y ser pateado por los niños de colegio.
¿Acaso no es menos doloroso que el porvenir de un teatro absurdo?
Al menos ser piedra especial de un color llamativo,
piedra, pedacito de un fósil milenial; guardarse en lo más preciado de un coleccionista singular.
Lo que acarrea lo inerte: la desesperación absoluta y la paz,
también la privación de un atardecer, del color y la lluvia en el rostro.
Que bonita y aterradora puede ser la vida,
como una pesadilla cruel cuando se olvida para que se existe,
como una maratón con toneladas de agua cuando cuidamos a otro.
Veo mi dolor y a veces soy ciego y recalcitrante,
veo el dolor de otros más cercanos que lejanos
y soy cascada, soy pueblo fantasma y creación.
Me inmuto por quien más podría preocuparme,
como los arboles de muchos metros que asesinan a sus hermanos chicos,
como el ave rapaz que sacrifica su cría, magullada por un curioso.
¿Quién tira de la rueda? ¿De qué depende su resultado?
Decido vivir a pesar de todo, ser pajaro que repta, aun cuando me encuentro alicaido.

 

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