Odio (II)

Odio (II)








Soledad en un corazón acorralado por el odio,
guerra interna por el desprecio,
oscuridad de una promesa vacía,
llanto de saber que mi vida es una porquería.

Imágenes estúpidas eclesiásticas
en tu cara Jesús hago en mi piel estas marcas,
me quemare vivo
esperando el día de tu juicio.

El dolor es tan perfecto
¡¡¡quiero escapar!!!
debo esta vida terminar
dejaré ya de ser un pobre cerdo.

Muros sangrados,
nudillos destrozados,
ojos rojizos,
labios mordidos…

¡¡¡Odio mi vida!!!
mi alma esta podrida,
quemare mis pensamientos,
escupiré la cruz en la que todos hacen rezos.

Tomo esa navaja
cierro mis ojos
la sangre cae sin esfuerzos
es hora de pagar mi rabia.

Hablan mis fantasmas,
hipocresía de un amor,
desde niño tengo traumas,
solo mi venganza la apacigua mi propio dolor.

Arrodillado perdí mi dignidad,
hoy, soy la bestia que nunca se pudieron imaginar
la desgracia de un joven que se ha intentado suicidar
ahora estoy fuera de control y no puedo parar.

Queda solo un pasado inconcluso
donde ese niño permanece recluso
y el odio en mi corazón impreso
junto con las marcas de golpes que aun tengo.​

​

 

Tal vez, muchos no compartan mi opinión de que el suicidio es un acto de valentía, aunque eso no cambia el que no estoy muy de acuerdo con el…
Sin embargo, una persona que no desea la vida, simplemente no merece vivir…
Caballero, su poema se asemeja mas a una justificación y despedida de un suicida, espero que solo saliera de su imaginación.
Un gusto leerle, buen poema.
Saludos de una princesa.​

 

Simpre tenemos
que culpar a alguien por nuestras
desdichas, ya sea una mano
enorme o una copulación de estrellas,
la vida no es justa, de hecho en general
es una porquería, de cualquier manera siempre
tendremos dos caminos para elegir.
un gusto
Saludos.​

 

La imaginación y las vivencias, para mi son los mejores elementos para plasmar el dolor propio o ajeno.

Saludos

 

La culpa ajena, es para aquellos que no han tenido el gusto de conocer la miseria humana, de sentirse miserables por haber creido que la vida es justa; de creer en los iguales a el y sentirse traicionado; todo eso, le deja un sabor de boca amargo y de piedra el corazón.

Un honor que pase por mis líneas.