¡Oh néctar!

¡Oh! sucio, vulgar;
desearía tenerte delante de mí
sumergir aquello que tanto anhelas,
y entregarte de mí un penetrante consuelo.
¡Oh! sucio, vulgar;
erizas mis senos turgentes,
aclaman tus finos labios.
Quisiera darte de mí el mayor deseo
exorbitante.
Mi corazón palpita febrilmente.
Haces que la Noche sude sangre.
¡Oh! sucio, vulgar;
aclamas mis pecaminosos dotes,
frenesí muy poco cortés de una doncella.
Imploras por debajo tus miedos guardados.
¡Oh! sucio, vulgar;
quisiera que me pongas contra el frío mármol,
deslices tus manos sobre el monte húmedo,
y jales con tu mayor odio los cabellos sedosos.
¡oh! sucio, vulgar;
déjame ver tu orgullo ergido,
y sumergirlo febrilmente dentro de un pantano lujurioso.
¡Oh! sucio, vulgar;
deseo beber tu amargo néctar,
y saborearlo hasta dejar sin huellas tan exquisita leche.
Tu manjar
extenuante se esconde lentamente,
escondido en el deseo más injurioso
colmado por placer.
Sólo calló exhausta de tan exitosa guerra.