¡Oh, Tiempo! Soneto.

Implantas tu tic-tac en mi memoria

-pequeña, temporal y selectiva-

y al tiempo que me amargas la saliva

me obligas a girar montado en noria.


Impones tu visión de luz y escoria

domando mi reloj con saña viva,

haciendo del instante siembra y criba,

falaz celeridad, infierno y gloria.


Aplicas tu rutina relojera

al tono de mi piel, a mis andares…

y a lapsus debilitas mi sesera.


El Tiempo me degüella en sus altares

a tajos de cuchilla minutera

volviéndome senil, sangrando a mares.

 

Excelente soneto, estimado Esteban. Mucha calidad tienen estos catorce versos en los que el tiempo, ese inmisericorde compañero parece transcurrir despiadado.
Recibe mi saludo muy cordial junto a mis mejores deseos.
Salvador.

 

Muchísimas gracias!! Saludos cordiales, Salvador. Buena tarde tengas. Sólo el Tiempo sabe, sólo él mata y regenera. Oh, Tiempo!!!
Esteban.