Olvido

Nunca te olvidaré. Te lo prometo.
No sé si lo sabes, pero yo cumpliré al menos con esta promesa
aunque nada me cuesta olvidar
aquella puerta que no pudo cerrar el tiempo,
los sonidos susurrantes de una noche de adioses,
aquel desayuno muerto de frío
en una casa desierta.
Nunca te olvidaré. Y te pido que no me olvides.
Te ruego también que retengas en tu aliento
el recuerdo de todos los besos que nunca nos dimos,
porque bien que lo sabes tú: eran ellos los más ardientes,
los más veraces, los que no necesitaron jamás
de ninguna justificación.

Nunca me olvidarás. No me lo has prometido,
pero yo sé que es imposible olvidar
eso que no está condenado a morir,
aquello que pertenece a la vida para siempre,
a los momentos perdurables de fragancia matinal,
a la felicidad que nos acaba de retratar
en un abrazo inextinguible.

Nunca nos olvidaremos… Ni tú ni yo
nunca hemos sido un instante pasajero.
Confieso que te extraño hasta la indecencia.
Y tú no dejes de pensar en mí hasta que te quedes muerta.
Por eso ten en cuenta…Y no lo olvides:
el olvido empezará a roernos
y comenzará a rodar
tan pronto cierres esa puerta.

 

Gracias, Luz. Luminosos abrazos.