Otra vez

El cielo se cubrió de llanto al esperar el ocaso
y el destino se encargo de enrojecerlo
con la sangre ardiente del alma destrozada.
Las tinieblas invocaron la tristeza inmolando la vida pasajera,
tan ausente de ganas, tan urgente de instinto.
El dolor se transfiguró en las lágrimas hirientes
cual cuchillas afiladas sobre la muñeca del incierto…
La vista se tornó nublada en el escape…
Este cielo ya no es llanto sino desesperación,
y la sangre se ahogo en el deseo de la muerte
aguardando los minutos sin tiempo
que harían desaparecer el futuro de presentes ausentes en el instante fortuito.
Ya la tristeza hasta se olvido de la noche insomne
- no ha vuelto a mis ausencias-
Quizás recordó que ya ni siquiera existo en las tinieblas.
Ya es tarde.
[I] No hace falta dejar de respirar para estar muerto.[/I]
[B][I] No hace falta desaparecer para ser olvido.[/I][/B]

 

es cierto: no hace falta dejar de respirar para estar muerto...gran trabajo amiga. un gustaso pasar y leerte. un cordial saludo: R. toro

 

buen poema has elaborado
te felicito
saludos

EDU

 

que final tan verdadero! "no hace falta dejar de respirar, para estar muerto"....y si, a veces la muerte del alma es la mas terrible.

me estremecio de pies a cabeza, me encanto.

un abrazo.