Otra

Otra
No como antes y no del todo.
No como cuando oscilaba entre los dos extremos, puede que trágicos, pero siempre auténticos.
Perder la confianza de la noche a la mañana, y encontrarme medio hecha, medio casi, apenas media, por adoptar una suavidad, de intenciones sibilinas, que me ha ido carcomiendo hasta la mitad.
Así plegar ante la incomodidad del desapego que duras lecciones me forzaron a aceptar como consejo.
Morder el polvo, cardar la lana, buscar la aguja, llenar el ojo, cavar mi tumba...maldigo el refranero que me igualó.
No como antes, que la repugnancia y el amor, según yo percibía, enardecían mis mejillas, y podía comporner toda vibrante mis maldades y bondades. Y luego (sonrío) me arrepentía, o me daba la razón, y colmaba mis ansias, y aprendía y me equivocaba continuamente, siempre siguiendo la ruta de las intensidades.
No como ahora, que nadie
me conoce, ni me odia, ni me ama, ni me importa, dormida en los laureles de la dudosa gloria de no hacer mal, pero tampoco bien.
Quisiera elaborar mi propio inventario de defectos que limar, pues al fin y al cabo no me fío de un mundo que no comprendo.
Más noble, más justa, más entendida también, porque los necios no saben emplear ni conservar las virtudes.
Prefiero flaca que gorda, si no pudiera quedar entreverada. Y hermosa.
Menos templada, menos cansada, menos escrupulosa, porque aborrezco los límites que me sujetan.
Podría seguir hasta mañana si fuera otra.