Otro personaje

Cómo empezar a describir qué tan escoria eres como hombre.
Pareciese que dejaste de ser lo que eras o
realmente siempre lo fuiste y yo no alcancé a verlo.
Tuvimos una intensa historia de niños,
fuiste cobarde, yo fui la crédula y
te dejé entrar en la inaccesble yo.

Ha pasado mucho tiempo y
habíamos seguido pecando,
siempre fuiste mi debilidad.
Aunque me hice la fuerte muchas veces y
me resultó, lo creíste,
pero siempre tuve un fuerte resentimiento,
del por qué nunca me elegiste y
lo que se sentía peor,
por qué no valí suficientemente la pena para luchar.

Así pasé mucho tiempo,
cada vez que te pensaba,
sentía, hasta podía oliscarla
esa ira y tristeza a la vez.

Seguías ahí mismo y algo cambió,
el sabor de tus besos ya no eran ácidos
como una manzana verde que me encantaba,
los movimientos carecían de coordinación,
el fuego sonrojante había desaparecido.
Sólo nos teníamos cada ciertos meses,
la inercia e instinto ayudaban.

Quizás lograste pensar siquiera que sí lo valía,
y no me valoraste
como un día intentaste decirme,
pero ya era tarde,
todo eso era sin asunto.

Has logrado ser todo lo que planeaste ser,
carrera, trabajo, amigos, un sueldo estable, cosas, etc.
Pero sabía que en esos momentos, unos pocos,
tu vida te aburría, también te aburría y te aburre tu compañera,
esa que no quisiste dejar.
Y es ahí donde entraba yo,
me llamabas en ese punto exacto de tu vida,
donde se mezclaba la abulia amorosa y la general,
junto con tu dañado cuerpo por los años,
trabajo, estrés, la adultez, lo que sea.
Y sientes que nadie más te desea ni se interesa por ti,
apartando de tu siempre compañera de años.
Entonces tu levantadora de ego era yo,
porque siempre te decía que sí y estaba disponible para ti.
Siempre lo supe, pero al final no me importaba,
porque tú ya no me importabas.
Tampoco quería ser tu amiga,
¿Para qué?
Disfrazabas esta conexión implícita como una amistad,
esas que se logran después de haber consumado una atracción,

Ahora tú me buscas, porque sigues siendo básico y plano,
ya no me ves que atienda el teléfono,
ni que respondo tus mensajes.
A ver si entiendes de una vez,
que tú y yo no tenemos absolutamente nada que ver,
y no tengo por qué pagar que tu vida luzca tan bien, perfecta y
por dentro sea todo un desastre,
que nunca haces lo que quieres por temor a estar solo y
espero que dejes algún día de pensar
que todos son basura porque tú lo eres.