Palabras al vacío.

Desde que tengo memoria, siempre quise impresionar a mi familia, a mis seres queridos…
Sonreía, hacía locuras, estudiaba, me esforzaba… tranquila, serena;
buena niña, una buena niña… que nunca dio problema.

Constantemente ocupados, mirándose, odiándose, discutiendo…
El contexto no era más que el escenario para toda clase de situaciones perversas;
una niña, una hija… quería alcanzar la felicidad junto con su familia.

El abandono llegó a mí, así como si nada; un poco tarde
para darse cuenta que sólo eso me esperaba… pero cuánto dolor debía cargar,
¿cómo pensar en que una vida tan corta pueda sufrir así?.

Débil y perdida, deambulando entre sombras con la vista hacia la nada,
llegan unos hombres, manipuladores, encantadores de niños;
¡sólo quieren jugar, hacerme confiar! y que tonta al pensar,
al caer por no saber… ¡nadie me advirtió!... nadie…
¡todos confiaron!, palabras y engaños, rostros conocidos… rostros ajenos.

Dolor en todas partes, aquí y allá, por dentro y por fuera;
querer gritar un ya basta, un ya no más… y callar ante tantas amenazas.
Seguir caminando con el alma rota, desear olvidar, olvidar y fingir,
pero… ¡¿cuántas veces mi mente ha de recordar?!

¡Qué vergüenza dar la cara a los demás!, tener amigos y estudiar,
volver a casa y encontrar el mismo ambiente, todo tan indiferente.
Caer, caer… sumergirme en la oscuridad, crear corazas,
dejar de ser yo…

Perder todo a su paso, la confianza, los amigos, la familia, los sueños… ¡las ganas de vivir!
y…¡¿por qué seguir?!... ¿por qué…?.
Buscar a Dios, creer en él, ir a su templo y perderme con la inmensidad.
Suplicar, rezar, pedirle y preguntar… ¿dónde estás Dios… dónde?

Debía continuar, ver los años pasar, ya no sentir, ya no pensar…
bloquear los sentimientos, las emociones, y ya continuar;
recorrer la ciudad, ser invisible entre las masas, aquella multitud…
y aprender, aprender a observar sus vidas, perderme allí,
reconocer la felicidad, el dolor, la satisfacción, el enojo…
¡Sólo una observadora!…

Me propuse cambiar después de conocer la oscuridad, la maldad…
Quería lo bueno, y sentirme viva… simplemente viva.
Volver a confiar, a creer, sueños tener y el amor conocer;
¿el amor conocer?… y pensar que serían hombres otra vez, hombres… esos seres de temer.
Pero quién iba a saber que el amor sería también mi desgracia… tantos amores,
se jactaban de ser diferentes: unos caballeros de armadura…
Con algo de tiempo cambiaban, y lo gracioso es que yo era la culpable;
querían algo que no les podía dar, tenía miedo de hacerlo.
Al final con tantas palabras endulzadas me engañaron y cedí,
pero quién iba a saber que allí me estaba condenando…

Volvieron las amenazas, el dolor, los viejos recuerdos, todas las experiencias juntas,
una detrás de la otra… y cuánto no me odie, quería dejar de existir, quería el dolor suprimir;
en mi desespero, vi la sangre correr por mis brazos y como no era suficiente,
recorría mi cuerpo… y es que esa sensación lograba que todo ese dolor fuese intermitente.

Los malos pensamientos, el querer abandonar esta vida, preguntarme por qué merezco
sufrir tanto, por qué sólo el dolor debo conocer; decepcionarme, odiarme, sentirme cansada, agotada y fallarles a los demás; pero que digo, ¿a los demás?… ¿quién podría sentir orgullo de mí?, con tantos fracasos hasta mi esencia perdí, ya no sé quién soy o lo que fui, ya no sé ni cómo seguir o qué camino elegir.

Y es así como voy… recorriendo caminos con distintas direcciones, con tantos temores…
Es inevitable decir esto -aunque ya he perdido todo-, pero a pesar de tanto esforzarme en buscar sueños o un propósito, no me dejo de sentir como un alma perdida que nunca fue necesaria en esta vida.​

 

Poema que destila dolor por cada verso. Realidad, por real, todavía más dolorosa. La historia de la infamia esta llena de niñas, de niños, que fueron engañados, seducidos con promesas, con palabras...¡tan diferentes de los hechos! Dolor de familias rotas, aunque estén unidas por vínculos de costumbre, de lazos de sangre, que parecen no implicar un amor verdadero. Causa congoja tu poema valiente, pero hay que denunciar estas situaciones, estos hechos, para que el mundo cambie. Un cordial abrazo. LUIS.

 

El mundo está lleno de todo, pero así como hay cosas malas y negativas, también hay cosas buenas por las que seguir luchando y dando lo mejor de nosotros. Solo de nosotros mismos depende nuestro destino, nuestra vida y todo lo que deseamos lograr, y sobre todo en nosotros mismos está el superar todos los obstáculos y retos que se presenten.

Ha sido agradable leer y percibir la sensibilidad de su poema.

Saludos.

 

Nunca hay que deja de ser y de sentir amiga...
me encanto tu prosa... tiene algo que hace que uno se quede clavado en ella..
gracias por escribir...
saludos​