Palabras de un misionero

Sueñen chicos sueñen por favor, mirando a un alrededor y alzando despectivamente la vista

Un desconocido que no se hace presente, y sin embargo un presente que se halla desconocido.

El aire de tetricidad asoma la comparación de ambos mundos.

Felices rostros llorando a sus adentros, sangrantes expresiones y gritos incesantes como aullidos necesitados.

Cómodamente sentado, en tu cara billetes en un plato, mientras los rostros siguen sangrantes.

Sangrantes de hambre, sangrantes de frio.

Simplemente sonriendo, amor y abrazos pidiendo, transpirando tristeza, rindiéndose ante el desconocimiento del odio, amasando sufrimiento cada segundo, minuto a minuto, día a día.

Hasta que la luz del día se asome aguantando, y vuelvan a sonreír.

Aires de esperanza que nunca llegan, sino abrazan la fría y cruda ventisca de la realidad.

Realidad estática, morbosamente estable e inestable dentro de sus cuerpos.

A un injusto acostumbramiento llegan, a un pasivo estado invariable.

Chicos sueñen por favor, sueñen con un prometedor provenir, y con un estómago lleno. Sepan conocer que lo que sobra en papel falta en el corazón y triste es la realidad del rico también.