Para comenzar...

La cafetera silba su promesa del
primero del día, me despeja el café
de los somníferos y ciertos sueños
inquietantes; amigos que hacen juntos
pirámides o trabajos inverosímiles.
Pasan la gorra y lleno un cheque por
alguna cantidad que no recuerdo.
He traspasado un camino lleno de peces
podridos y asqueantes, nauseabundo olor
y algo que me inquieta, una de mis piernas,
que ha pisado toda la porquería descrita, brilla
con un color oro cobrizo.
Lo que importa no es el café, sino el primer
cigarrillo del día y la reminiscencia vívida del sueño.
Creo recordar alguno de los amigos constructores,
pero con el correr de los minutos el sueño se disipa.
Solo he firmado el cheque, el trabajo físico me espanta. Todavía estoy conmocionado...
Lo que ocurrió ayer, lo presencié desde mi ventana de tardecita me llena de incertidumbre;
un asesinato.
Un vulgar asalto y homicidio desde la ventana de mi apto.
Un edificio frente al mío, una horrible caja de
zapatos como cualquiera, estaba mirando por
la ventana ayer, cuando un señor que conozco
desde hace treinta años, que trabaja en algo así
como una oficina de contables salió gritando tras
un tipo que le tironeaba una cartera o un cartapacio.
Su aspecto físico era indefinido; magrebí
o filipino o melanesio, ( no soy ni me interesa la
antropología), tomaba un arma de entre sus ropas
y le disparaba muchas veces, el hombre; mi vecino, caía suavemente sobre el pavimento con
el cerebro reventado, sin un grito, como una bella flor cercenada.
El asesino se escapaba en una moto y desaparecía hacia la derecha de mi visión.
Todo horrible, y creo en la justicia , creo que habría que exterminar al asesino, creo en cierto
equilibrio cósmico, sin dudas.
Pero no era la cuestión ética la que inquietaba mi reflexión cafetera.
Treinta años y nunca crucé una palabra con el asesinado, ni lo saludé ni supe de su trabajo, que hacía
como se llamaba.
Hormiguero urbano, no sé quién lo llora, ni que hacía
ni que contenía su portafolio.
Nada sé, solo las luces nocturnas de las ambulancias
que alumbraban y yo miraba.

 

Muy buen poema realista, Nelson. Si me permites un par de pequeñas sugerencias, en este verso: "salió gritando con...." yo cambiaría el "con" por "tras". Y en los dos últimos versos yo lo pondría:

"Nada sé, solo recuerdo las luces nocturnas de las ambulancias/ que alumbraban y yo miraba"

En cualquier caso vayan mis sinceras felicitaciones por este excelente trabajo. Un fuerte abrazo amigo.

 

Querido amigo Luis, Poeta.
Mucho agradezco tu paciente
lectura y consejo, he tomado
"tras", como verás si lo relees.
Lo segundo; tu sugerencia, la he
dejado tal cual, quizás por pereza...
Gracias, gracias mil por tu paciencia
y consejo.
Abrazo fraterno.

 

Nelson, paso por sus versos y dejo mi aprecio en un abrazo fraterno

 

Guadalupe ,Poeta.
Siempre consecuente con mis lìneas.
Muy agradecido, abrazo cariñoso.