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Tema en 'Poemas Generales' comenzado por jagrmich, 4 de Julio de 2006. Respuestas: 0 | Visitas: 581

  1. jagrmich

    jagrmich Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    4 de Julio de 2006
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    hola, soy nuevo en este lugar y no se como funciona esto; dado que este es un site donde podemos dar a conocer nuestras creaciones yo les traigo esta, se ke no es poesia, pero pronto pondre los poemas, espero les agrade. Atte: miguel :::sonreir1:::

    ¿Quieres Volar?

    Un pegaso se encontraba en el piso, lastimado de un ala y con marcas de golpes. Parecía que lo habían maltratado mucho talvez una sola ocasión o probablemente en más, podía ponerse en pie pero le era imposible volar, se elevaba un poco pero el dolor seguía allí y lo hacía descender de nuevo.

    Este hermoso animal estuvo vagando por las praderas de la tierra en épocas ya olvidadas, conociendo a otras criaturas, intentando olvidar sus heridas pero evitando el volar para no acordarse del dolor que eso le causaba. Estuvo vagando por mucho tiempo entre los caballos, las cebras, con otros tantos animales que le hacían sentir bien, pero que no le ayudaban a recuperar sus ganas de volar ni lo motivaban a eso.

    Continúo su búsqueda o su espera no sabría como describirla y de pronto llegó a un campo lleno de flores, aromas y muchos colores, un campo que parecía revivir aquellos lugares remotos de donde venía el bellísimo corcel y donde muchas de las historias que el conocía fueron concebidas. El jardín era extenso y admirable, en él había muchos botones de las más lindas flores, era un lugar lleno de delicadezas, desde la flor más remota hasta el insecto menos visible, todo el lugar era maravilloso y el pegaso se sintió muy a gusto en tan mágico sitio.

    Pasaron los días y el pegaso se paseaba con mayor soltura en el extenso lugar, desplegaba sus alas y se sentía presto a volar, pero no tenía la confianza de hacerlo. Se acercaba a las abejas para que ellas le dijeran como hacerle, pero no le hacían caso; se acercaba a las avispas y no lo tomaban en cuenta; le decía a las aves de su pesar por no poder volar de nuevo y no le ayudaban a solucionar su problema; solía recibir palmaditas en el lomo, susurros y palabras de aliento, pero nadie sabía como debía hacer para poder volar de nueva cuenta.

    Un día se encontraba algo decepcionado por que no encontraba su respuesta y se sentó cerca de unas flores blancas, cual nieve en la montaña. Estuvo un rato a solas pensando y no encontraba la solución a su existencial problema. De pronto una jovenzuela mariposa se postró sobre su barriga, estaba exhausta la pobrecilla, llevaba volando desde hacia varios días buscando el jardín y al pegaso que no podía volar.

    -¡Fiu! ¡Que cansado ha sido este viaje, pero parece que ya te encontré! –dijo la mariposilla intentando retomar el aliento.
    -¿Encontrarme? ¿Y a mí porqué? –respondió el pegaso sorprendido.
    -Si a ti, hace no sé cuanto tiempo llegó a mi pueblo una historia de un pegaso al cual le daba miedo volar, porque al parecer se había lastimado de hacerlo o lo habían lastimado por hacerlo, y ahora no tenía muchas ganas volar de nuevo, de hecho parecía habérsele olvidado, y pues como llevo toda mi vida intentando aprender a volar de la manera adecuada, creí que sería bueno que practicáramos juntos –dijo la mariposa emocionada.
    -Perdona lo que argumentaré, pero si ni las aves que vuelan tan perfectamente, ni las abejas que lo hacen con esa perfección innata han podido darme el secreto para hacerlo, ¿cómo será posible que logre aprenderlo de alguien que aun sigue intentando perfeccionarlo, de alguien que sigue aprendiendo el como hacerlo? –arguyó el pegaso con desdén.
    -Pues a pesar de la perfección y belleza del aleteo de tus amigos, parece que no has aprendido nada ya que mira estas aquí tirado en vez de estar intentándolo –renegó la impetuosa mariposa.

    Ante tal encrucijada el pegaso se sintió herido en su orgullo y con cierto recelo intentó practicar con la mariposa, pasó una semana y no había muchos progresos, parecía ser lo mismo que le había sucedido con las aves y las abejas, de pronto sin pensarlo la mariposa le dijo una cosa que le hizo pensar. Le dijo que el secreto para volar se encontraba en tres lugares. Uno, la boca, debía cerrarla para que el aire que entra por ella no lo haga pesar más; dos, en su mente, debía pensar que lo estaba logrando, que lo lograría; tres, en su corazón, debía sentir que lo hacía y debía dejar fluir ese sentimiento a la rapidez con la que este corre, así fuera la velocidad de la luz, no importaba así sabría lo que es volar más fácilmente.

    Esto hizo pensar un poco al pegaso y decidió poner a prueba esas palabras. Comenzó a intentar este nuevo estilo para volar. Se acercó más a la mariposa y se percató mejor de la aplicación de esa frase. Comenzó a cerrar la boca, empezó a pensar en que lo lograba e inicio el sentir de volar, pero no parecía ser suficiente. Lograba elevarse un momento pero se detenía y descendía.

    Después de algunas tentativas de volar, decidió mirar mejor a la mariposa y noto un detalle que había pasado por alto, miró como cerraba los ojos y se elevaba más. Así que le preguntó a la mariposa:

    -¿Por qué cierras los ojos cuando vas a volar mariposa? –indago el pegaso.
    -Creo que lo hago para sentir más, para estar más conmigo mismo y olvidarme de que el mundo gira. Lo hago para saber que lo que siento es real y así volar con más confianza –respondió convencida la mariposa.
    -Pero al hacer eso, si caes no podrás medir el suelo y te golpearás más fuerte –aseguró el pegaso.
    -Puede ser, pero así disfrutas más el placer de elevarte y de volar. Porque no hay nada más en tu mente que tú y el cielo, el viento y tu cuerpo, es como entrar en tu alma.

    Escuchando esta respuesta el pegaso lo intentó, por momentos cerraba los ojos, por instantes los abría, pero al parecer comenzaba a comprender lo que era solo sentir y olvidarse del mundo por un momento, aunque después los abría y regresaba de nuevo. Con la práctica lo fue intentando y cada vez podía cerrarlos más tiempo y elevarse un poco más alto.

    Pasaron algunos días y al parecer las lecciones comenzaban a surtir efecto, el pegaso se elevaba más y más, era cuestión de tiempo para que pudiera hacerlo solo. Esto lo asustaba y lo frenaba, porque no quería perder la estabilidad que había logrado en tierra. Temía que el elevarse de nuevo ya no serían las cosas como antes y no habría manera de regresarlas, ya había afianzado sus pies en tierra y tenía una manera de vida que le había traído muchos amigos, que le había garantizado una supervivencia, pero ahora estando tan cerca de volar tenía miedo de nuevo. De pronto interrumpiendo sus pensamientos llegó la mariposa volando con todas sus fuerzas, traía una pequeña espina en la mano y la enterró en el trasero del pegaso, este por reflejo, corrió, saltó y comenzó a volar. Sin pensarlo se había elevado más de lo que había logrado hacerlo en los últimos días. Sus alas majestuosas se desplegaron, el dolor que tenían hace algún tiempo había desaparecido, había ciertas molestias pero solo era la sombra del dolor. Podía ver todo lo que había recorrido desde que se lastimó, y podía pasar por esos lugares de una manera más pronta, rápida, segura y divertida. Mientras seguía volando recordó los consejos de la mariposa, cerró la boca, pensó como lo estaba logrando, cerró los ojos y sintió, se dio cuenta de cómo las sensaciones se maximizaban y lo hacía olvidarse de donde estaba, ahora solo le preocupaba disfrutar de las ráfagas de viento que cosquilleaban entre sus alas.

    Los animales del majestuoso lugar no pudieron evitar el mirar al pegaso. La mariposa la miró maravillada, asombrada, como su compañero de aprendizaje estaba volando; y de inmediato tomo aire y agitó sus alas lo más fuerte que pudo para alcanzar al pegaso, sin percatarse ya estaba junto al corcel y planeaban juntos por el bello panorama. Fue en ese momento cuando la mariposa le dijo al pegaso:

    -Mirad, como al olvidarte de vuestros miedos has podido volar –dijo la mariposa.
    -Si pero ¿que pasará con todo lo que ya había formado al estar en tierra? –preguntó preocupado el pegaso.
    -No te preocupes, no abandonarás lo que has logrado, las cosas nunca se pierden solo cambian tu vida, solo le agregarás una cualidad que ya tenías… el volar… por eso es que trataba de hacer que perdieras tus miedos o que los olvidaras por un momento, para que pudieras elevarte, por eso quería que sintieras las bondades del viento, las sensaciones que este puede generar y después serás tu quien vuele por si mismo, sin tener que recibir pinchadas en el trasero. Y no te preocupes, si aun no lo logras por ti, seguiré aquí para ayudarte a lograrlo, aunque un inconveniente de ello es que mi vida de mariposa es corta, solo al recibir el calor del sol directamente en el alma puedo extender más mi vida ¿Cuándo este moribundo me llevarás al sol?- dijo con filosofía y nostalgia la mariposa.

    -Has hecho tanto por mí, que traeré el sol a tus manos –Respondió el pegaso.

    ...Y un color aun más luminoso se apoderó de él fantástico lugar…
     
    #1
    Última modificación: 6 de Febrero de 2009

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