Para mi amiga Iris.

No sé por donde empezar, así que daré las gracias primero.
Gracias, por animarme cuando sufro, por apoyarme
cuando todos me dieron la espalda, por ser un sol en mi cielo.

Gracias, por esos momentos de felicidad efímeros,
por conseguir en mi angustia animarme,
todos esos momentos los guardo con recelo.

No digo esto sin motivo, es por que me haces sentir vivo.
Mi tozudez no tiene límites, mi cariño a ti tampoco.
No me importa mis penas, si un minuto paso contigo.

Preguntarás la razón de este poema tan altivo,
no lo sé, si arriesgo, quizá me equivoco.
Supongo que será por algún motivo que no digo...​