Paralisis urbana

Sigo viendo imágenes con los ojos cerrados, a veces pienso que la vida quiere llamar mi atención. No sé porque se me ocurre el querer escapar de mi cuerpo, tal vez porque piense que es un cárcel que encierra pensamientos de inacción patológica. Cada vez que tengo algún impulso de prorroga angustiosa bebo y dejo que vuelen partículas de calma. Sin embargo caigo tras una elocuente cortina de humo, tan profunda que puedo percibir su color azulado, de pronto me veo presionado contra el piano de Veppo, que está junto a la ventana de una brisa acuática. Siento que no siento nada, aunque me atrevería a escalar sobre la montaña de agua hirviente que siempre he imaginado. Lloverán lagrimales de inactividad intervenida. La cara variable de la luna sigue prohibiendo el suicidio y los castores dorados. Un mañana tal vez no haya después de todo. Desaparecen desde aquí varias incertidumbres sin nada que hacer. Me escucho decir que no hay lugar para mi mente. Después de tanto ruido nefasto seré capaz de embellecer. De saltar hacia mi propio vacío, deberá parecer lo contrario. Escapar de mi lado más retraído. No me sentiré tan solo mientras haya un espejo cerca. Aun así me doy cuenta que ansío estar sentado junto a la puerta del valle negro de las dudas. No sé si tenga tanto tiempo después de todo. Maldigo a todos los que me quieren, a todos los que alguna vez me inspiraron angustia. No lo sé, puede ser que este disconforme de todo lo que sé que veo bien. Es una contradicción que está dividiéndolo todo dentro de mi realidad interna. Intento que sea un instante inconsciente pero no sé si lo logre. La música me lleva por delante, no me da reacción, optimiza mi parálisis urbana. No sé si pueda seguir ocultando algunos pecados de juventud.

 

La oportunidad está servida. Ahora depende de cada uno de nosotros, saber sacar un provecho o sucumbir al desánimo. Opto por la primera opción aunque tantas veces resulta inquietante...

Mucha salud amigo y mucha fuerza!

Palmira

 

Abrazo amiga querida!!!