Payasos.

Y aquí estoy en el lado bizarro,

de los medios sociales,

nada bueno ni malo,

nos reflejan tal cuales.


La competencia es brutal,

por tus seis segundos de fama,

tienes algo que sea original,

o venderías hasta tu alma.


Hoy un payaso es amenaza,

entre libertad y libertinaje,

el dolor ajenos nos causa gracia,

quiero mi satisfacción al instante.


Con su nariz roja,

y peluca exuberante,

muy peculiar ropa,

y secretos abundantes.


Siempre han estado ahí,

o es una ola de fin de año,

su presencia nos hace sentir,

un efecto de poco agrado.


Hoy nadie les quiere alrededor,

y como bichos raros les graban,

cuál es su verdadera intención,

causar diversión o causar saña.


Suelen salirse con la suya,

cuando están en su elemento,

sean ambulantes o de altura,

buscan dinero o crear suspenso.


Un amigo de amigo,

se encontró a deshoras uno amenazante,

es mensaje ambiguo,

o te ríes o lloras y al fin optas por alejarte.


Se fumaran peso a peso tu dinero,

sin el más mínimo empacho,

cosméticos ligeros será mujer o ellos,

emocional atraco payaso.


Nadie se había enterado,

este es un gran circo,

maquillas tu estado,

y a la calle para lucirlo.


Por ahora sospechosos,

pero no hagas mucho caso,

se reirán de nosotros,

siendo ellos los payasos.

 

El payaso es siempre, infante. Entonces, la Humanidad es como un jardín de infantes, por esas luchas religiosas. En realidad, desde la madurez, se ve la Paz como el mayor bien de todos. Que se lleven bien, entre sí, los pueblos, y que puedan desplazarse de un lugar a otro, en cada continente, sin sospechas. La madurez es creadora. La Juventud, perfecta. Se parece al Universo. La infancia es lo primero: Me materializo, puesto que fui espíritu, antes de nacer. Y la adolescencia es como el Dinero. Así, se forja una pirámide egipcia, de cuatro caras triangulares, que equivalen a los cuatro momentos de una vida: Infancia, adolescencia, Juventud y madurez.