Pedir

Pedir más que mucho al no pedir nada, sabiendo que es el mayor imposible pues, aunque no se quiera, aunque se luche contra ello con todas las fuerzas, sólo el hecho de estar, pide por sí mismo. Y lo que es peor: pide por uno. Aunque se permanezca en silencio, la propia voz de la existencia posee la cualidad de pedir. El espacio que uno ocupa, ya es petición. Es petición de lugar. El simple, natural y necesario acto de dormir pide sueños sin parar… El puro existir, demanda alimento. Nuestro cuerpo pide, es necesidad, aire para respirar. Simplemente el aspecto biológico de nuestro estar, pide, reivindica, exige… para seguir en vida. Así pues, toda petición no deja de ser un lujo.

Tomemos nota de ello.

 

Es interesante el planteamiento. Siempre me ha parecido que pedir, sobre todo sentimientos, es algo que traduzco por mendicidad y me cae fatal pero si claro, la vida misma pide más vida...

Saludos,

Palmira