Pena de muerte

Entre un triunfal estado de ausencia
caminó por cadalso sin prisa.
Aún conteniendo larga risa
se negó a pedir santa clemencia.

Blanco sacerdote y su impotencia
no pregonó rosario ni misa
pues el condenado y su requisa
tenían segura la sentencia.

La muerte no llegó repentina
el vil verdugo falló en el pulso.
Pues una risa más libertina
salió de la boca del recluso.

“Si. Maté al amante de Agustina
que en mi lecho fue maldito intruso”

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1 Corintios 13:1,2​

1 Si hablo en las lenguas de los hombres y de los ángeles, pero no tengo amor, ​

he venido a ser un [pedazo de] bronce sonante o un címbalo estruendoso. ​

2 Y si tengo el don de profetizar y estoy enterado de todos los secretos sagrados ​

y de todo el conocimiento, y si tengo toda la fe como para trasladar montañas, ​

pero no tengo amor, nada soy.​

 

Eso es morir agusto...y que le quiten lo bailao...jajajja
Un abrazo con estrellas

 

No hay mayor honor que morir con la frente en alto al saber que se hizo, de una manera u otra, justicia.

(Aunque a mi parecer, no habría sido necesario matar al que se metió con una esposa lividinosa, sería suficiente con castrarlo.)

Un abrazo.

 

Hola,
ouchhhhhhhhhhhhh
qué sentencia tan terrible,
me muerooooo
Grato leerte
Saludos y estrellas
¡SONRIE

 

Gracias Mujerbonita por pasearte entre estas líneas.

Saludos.