Pensamientos de una mente delirante.(Cartas a destiempo)

Encontrar el camino correcto hacía la vida, es difícil. Nadie nos enseña cuando hay que darnos por vencidos y continuar viviendo. Había pasado un tiempo en soledad, hablándome sobre lo hermoso que era ver las flores desde su mundo. Todo comenzaba a tener sentido; el agua que caía sobre mi rostro, el golpe en mi cara, las agujas en mis manos, las pinzas entre mis dedos.

Nunca la vi como un ser imaginario, para mí siempre fue real. Incluso debajo de las sabanas. Las cosas comenzaron a complicarse cuando comenzó hablarme. Había perdido la noción del tiempo, y en un instante comenzó a nevar.

— Estás cansado. ¿No es cierto?

Mi mundo comenzaba a desmoronarse poco a poco, cuando sentí que se había recostado a lado mío. Acurruco su cabeza sobre mi pecho, sentía el latir de su corazón, ir al abrir los ojos, en ese estado, estaba tan cansado que no me importo envolverme entre las sabanas y contarle mis más íntimos secretos.

Pasaron algunos años desde la última vez que sentí el latir de su corazón sobre mi pecho, aunque había olvidado el día en el cual cerró los ojos y le bese el cristal. Fue el día más feliz de mi vida, pero el más triste y amargo del mundo.

¿Qué es el amor? ¿Por qué estoy aquí? ¿Por qué estoy muriendo en vida?

Tengo la puta necesidad, de hablarte. Pero no debo, en verdad creo que te sientes mejor sin mí... Y yo haciéndome mierda aquí, esperando al menos toparme contigo en la calle, no sé. Volteo a todas partes a ver si te veo, busco en cada constelación, en cada rincón del cielo, en busca de alguna señal, y nada... Me duele en los huesos, que hace algunos años... Ambos deseábamos vernos con ansias, y que todo se destrozó en una noche, una en la cual me arrepiento de no ser lo que tal vez querías, de no ser lo que mereces, y no me importa cuántas veces te enojes, siempre te voy a querer, como el primer día o más. Y en verdad siento que no me extrañas, pero a la vez me da una sensación de que sí, no sé. Al mismo tiempo también creo que debería ser más comprensiva contigo, y lo intento, créeme que lo hago. Lo que no puedo entender es el porqué de tus silencios, ¿cómo podría alguien dejar sufrir a otra persona para así pensar en cómo hacerle menos daño? No importa si no me contestas, solo léeme.

Me quedaban 4 cigarrillos y un poco de wiski desde la última vez que la vi. Era tan bella, no recuerdo el olor de su cabello, ni el brillo de sus ojos, pero sabía que estaba ahí; esperando a que le abriera el corazón.

No puedo recordar el sabor de sus labios, tampoco sus manos. Estaba completamente perdido en ese vestido blanco que invadía la habitación, y entre llanto y estrellas, recordé el lunar que tenía en su cuello.

Entonces me dio el beso más amargo del mundo. Mis heridas comenzaban sangrar, mis sentidos comenzaban a disiparse. Y entonces desperté. No quería estar en un mundo donde no encontrara su risa al despertar, no quería dejarla ir. Ella volvió mientras me desangraba en la habitación, sentí su beso cálido sobre su mis hombros, y al final del camino, tomo mi mano y nos convertimos en humo.

— Álex Hernández.

 

¡Bienvenido compañero a M.P.! Buena narrativa. Hay que soltar, aún lo que no se ha tenido y si sé que no hay caso, porque ya lo he intentado y nada, pues hay que dar vuelta a la página, cambiar de camino, mirar a un punto contrario, etc. Seguir... Un saludo cordial.