Pensando, amor.

Pende ceniza de un cigarro
que pende de la mano
y la mano pende de un brazo
que pende de un tronco
y el tronco pende del alma y
el alma depende del corazón.
Hay dias tan extraños que parece que otro los vive por mi.
Y aún así me conformo con una ceja que se levante admirada de verte llegar.
Hay noches tan normales que parecen vividas por dos veces.
Y aún así me conformo con una ceja que no se baje cuando te veo a mi lado.
Hay dias, amor.
Hay noches, amor.
Hay momentos, amor, vestidos de tu piel y cubirtos de tu aroma que nacen y mueren cada momento en el devenir de mi incertidumbre, solo cuando estoy dormida, que es cuando no te veo y es cuando más me gusta sentirte. Y sentirme sintiendote. Y tocarte con el pensamiento antes que con las manos para hacerte momento, amor, y grabarte a fuego en la constancia de mi inconstancia, tan perpetuamente efimera como dos segundos de aliento bajo el blanco y suave cielo de la franela.
Nuestros dias, amor.
Nuestras noches, amor.
Nuestros momentos, amor.