percatarse...

Te has percatado… eso es todo.


El suicidio no es otra cosa más que un encuentro íntimamente cercano con la vida. Un acercamiento sublime con lo que supuestamente conocemos imprescindible. Es tan supremo que la gente se resiste a creerlo. Creen que la muerte “natural” los aguarda con decoro, con respeto, como un momento esperado y bien llegado, cual premio a lo bien cometido, a lo bienhechoramente logrado. Pero no. Que yo no creo eso y no me torno soberbia sino consistente, tal vez un poco más que otros, sí. Quizás un poco más que otros, sin ser altiva. Que lo he comprendido como algunos; los atrevidos.

Que si los demás lloran, se sofocan por la muerte. Es porque los apelativos los han devorado. Malo, bueno, son lo mismo, sinónimos interminables, conceptos perecederos…para los muertos.
Para los vivos: demencia, salida fácil. No hay salidas fáciles, son percepciones aparentemente sencillas pero igual fácil es vivir y tolerar la existencia, la cual en sí misma es nauseabunda.

Morir no fácil, ni es una puerta trasera, es un momento preciso, insondable y determinante. Morir cuando no debes es cobarde, hay que saber escuchar, olfatear y observar. Que los colores no se vayan, las palabras no se desplacen ni los aromas se descompongan. Ser sordo no es pretexto, ni ser ciego o manco. Hay que saber morir.

Basta, ¡he dicho basta!, sin pena ni remordimiento, me cuelgo y decido dejar de respirar, duele al principio pero se calman las ansias de repente. Le seguimos aunque no desde el principio. Me juzgan, como a un cobarde que lo ha hecho “mal” aunque sé que no es verdad, al final todos habremos de perecer, decididos o no, en el trascurso de las cosas, me decido por mi momento, el que yo justamente invoque, el final inexorable. Voy a dejar el envase aunque se estremezcan, espero que lo hagan. Lo habré hecho bien de ser así, voy a dejar el envase cuando sea pertinente si es que puedo decidirlo. Espero que sea así. Después de la “jornada laboral”, la vida en sí. Dejaré este cuerpo, le agradezco, ha sido bueno.

Que el miedo no me gane, que me tome el valor, los tragos para las ganas, la música para el sabor, el agua para el camino, que es largo y vamos de nuevo. Comenzamos en ceros. Que la muerte me agarre, me toque sensual como me gusta, ganosa y sincera. Retadora, que me jale el cabello y me de de besos. Que nos vamos un rato. Pa luego volvernos con la cara en alto, sonriente de tanto que parezcamos groseras.

Que nos vamos un rato, desaparecidos, amantes de este vicio. Volátiles, bruscos de momento, tiernos a lo lejos. Morir…
Todos.

Pero yo…
…Decido cuando. Si me deja

H O Y
Hoy.