Perceptible.

Cada ser humano es idéntico al desafiante mecanismo de un reloj. Aunque… ningún estudio atrasa o adelanta las manecillas del destino. Nada ni nadie crece de espalda a su realidad. Vivir contra-corriente no es aconsejable. Es mejor seguir el curso de la vida. Jamás tentar la santísima paciencia del destino. De lo contrario, corres este riesgo… Fue una noche cuando encontré una rana acomodada en la ventana de mi cuarto. Algo no común. Allí el sol golpea con fuerza. Cuidadosamente la tomé entre mis dedos y la conduje al patio, un área húmeda. No había transcurrido la medianoche cuando un ruido me despertó. Casi dormido llegué hasta la cocina. Ante mis ojos, unas copas rotas y muy cerca, otra vez la rana. Con paciencia la trasladé al patio…
--La casa no es tu lugar. Aquí estarás mejor--le dije bajito.
Regresé a la cama. Pero no pegué un ojo. Empecé a leer. Y entrada la madrugada sentí deseos de orinar. Entré al baño. Asombrado observé como el animalito saltaba por encima del lavamanos.
--¿A dónde irá?
Me pregunté con la esperanza de verla desviar su rumbo y… ¡hasta me animé!
--Está perdida, en busca del camino más corto para llegar al patio.
Dije exaltado pero… ¡ay de mí!... Fue todo lo contrario. Esa madrugada, la rana regresó a su espacio, un lugar que está justo en la ventana de mi cuarto. En ese rincón el sol golpea duro. Decididamente al testarudo batracio no le interesaba el patio… ¿Razones? Todavía no las encuentro. Pero el mensaje estaba claro. Mi frustración fue mayúscula. La rana me mostró que… cualquier exceso de entusiasmo… ¡es pura inocencia!