Perdoname

El amor siempre triunfa. Es el más tenaz que el olvido, mas fuerte que el hierro, más frágil que el cristal mas indefenso que un niño, mas absurdo que un loco, más rico que el oro…
Es la verdad y es la justicia… lo es todo… y no es nada.

El amor nos hace ya crueles ya mansos, cuando provoca odios es por que su llama aún no se ha extinguido.

En amor no existen términos medios: es verdadero o es una imitación grotesca.

El amor es creador de virtudes… no fabrica egoístas, hace generosos.

El amor nos atormenta; nos da gloria y nos da el infierno…
Más con todo, amemos, que amar es lo único bueno de la vida…

Ayer una amiga, que sufrió los dolores del olvido, me trajo una carta que “él” le escribió después de varios años de silencio, y me pidió consejo.
Yo, que soy vieja y tengo el alma templada en tanta destemplanza le dije:

“En amor es lo mismo estar de pie que estar de rodillas. En amor lo esencial es amar…
Pedir perdón o conceder perdón, lo mismo da…
Mas cuando de olvido se trata, ¡ya es muy distinto!
Dile, entonces, que recibiste su carta, que ella te trajo recuerdos de muy tristes sonoridades y que no crees ya en su amor.
¿Qué te ama, Dice, y ha guardado silencio, año tras año?… La verdad es que le ocurre a él lo que le ocurre a todos los hombres:
Llega una hora en la que no hallan rumbos para el corazón y entonces piensan en la mas buena…
En la que mas les amó… y tienden un cable…
Para pulsar si a ese puerto pueden volver a amarrar el corazón… dile que has sufrido mucho, muchísimo, lo suficiente como para no llorar mas, frente al olvido y la infamia…
Dile, también, que habiendo conocido los registros del dolor no deseas arrancarle nuevas vibraciones, que ya no crees en el y que prefieres continuar como ahora:
Sola… Te aseguro que no vale la pena de reabrir heridas sobre las cuales se han derramado tantos días… tantos meses… y tantos años…”

 

Maravillosas tus letras.

Aplausos, aplausos, aplausos, aplausos...