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Perfil del Tano Vitale

Tema en 'Fantásticos, C. Ficción, terror, aventura, intriga' comenzado por Cris Cam, 19 de Febrero de 2019. Respuestas: 0 | Visitas: 525

  1. Cris Cam

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    Perfil del Tano Vitale

    Salió al patio a la hora justa del recreo, antes de la formación. Bebió de la petaca que el Rata le vendió por 15 pesos, un poco caro, pero se lo pagó. Se la entró la mujer de contrabando usando el método del Papillon Femenino.

    Hizo una mueca de dolor, el escarbadientes se le metió en una carie. Lo escupió justo cuando comenzaban a entonar el himno. Un perro lo vio desde la torreta, y lo miró fijo haciendo sonar la macana contra la palma izquierda. No se inmutó, para que le iba a andar explicando, para que gastar pólvora en chimango. Tarde o temprano ese perro sangraría por su grillete. Ambos se la tenían jurada. Se mantuvieron la mirada varios minutos, mas allá de mutuos parpadeos. Era un código de guerra, no sólo se juró matarlo, sino que le mandaría a la mujer las orejas, la lengua y un pedazo del culo. Lo otro, no, seguro que no usaba.

    Rosario Vitale no tenía amigos. Ni adentro ni afuera. Sólo intereses, cómplices y connivencia. No se le conocía familia viva. Su viejo, pobre tano, murió de pena cuando, él mismo, le dijo que no quería trabajar que le gustaba la joda y estaba en la pesada. Claro, primero pensó en bromas de juvenil rebeldía, hasta que encontró los fierros en su habitación.

    - Yo no voy a trabajar como un boludo toda la vida como vos. Quiero guita, la guita trae respeto, trae fama, trae sexo. Quiero un Mercedes, quiero entrar a Mau Mau, quiero minas.

    Antes que cumpliera su primer año de condena, al viejo lo enterraron en el San Martín. No pudo ir a la bóveda que durante años pagó, la vendió para pagarle los abogados. Fue a tierra y luego el olvido.

    De entrecasa camisa Manhattan, de salida un traje hecho por un amigo del padre a quien siempre le regateaba. Zapatos de gamuza terminados a mano. Y la ropa interior siempre regalo de alguna de sus yeguas. Aún ahora era muy cuidadoso de su vestimenta, en especial para esconder sus heridas de guerra.

    Rosario Vitale, era un tanito, esmirriado, de ojos mediterráneos y pelo rubio algo ceniza. Eso, era. El turco Yamin lo mandó a contratar para un trabajo, cuando se presentó el turco dijo:

    - ¿Dónde está esta mina?

    - ¿Que mina?, Preguntaron todos con desconcierto.

    - Rosario... pero si ahí la tenemos, miren que linda mina.

    Vitale, lo miró, se rió, señalo a ambos lados abriendo los brazos, se señalo a sí mismo con ambos índices. Se volvió a reir. El turco se rió. Todos se rieron. Y le metió al turco un tiro en medio de los ojos.

    Los miró a uno por uno y dijo:

    - Parece que se murió. Nos quedamos sin jefe, que lástima. Quien podría ser jefe ahora. Que macana, el turco se nos murió y era tan divertido.

    El tarta que lo había traído, justamente, porque el turco quería mano de obra jodida para un trabajo muy jodido, no se quedó atrás.

    - Pe pe pe pero a qui qui quien se le ocurre... se le ocurre o o o tro que vos ta ta tano.

    - Bueno ya que insisten, esta bien. Yo no quería. No me gusta mandar. Me pone de mal humor que se rían de mí o que no me respeten.

    Su primer muerte. Creyó que su primer muerto sería yuta y que le dolería. Pero ahí estaban los sesos del turco, un posible benefactor, pegados a la pared y él como si nada. Claro que en esos pedacitos pegoteados en la cortina debería de estar el plan que tenía el turco para alzarse limpio y sin riesgos con la recaudación de Boca-River.

    Un mes después supo, por primera vez, del calor disipado por una 38 punta roma. Banco Mercantil del Norte. El dato se lo dio a buen precio el custodio de la tarde. Tres minutos. Rápido. Al salir. Para aliviar sospechas, y evitar inconvenientes, le tiró al informante al medio del pecho, este revolcándose le disparó directamente a la cabeza pero las fuerzas lo abandonaban. Entró por debajo de la octava costilla izquierda rebotó en la cara interna posterior de la cuarta derecha y se alojó en el estómago. Se lo bancó, pero pegó contra el blindex rompiéndose el tabique, hundiéndose el arco superciliar derecho y dejándole el párpado colgando.

    Consiguieron un médico recién en Junin. Otro amigo del tarta. Había perdido la matricula por mala praxis. Y consiguió empleo de médico de hospital de campaña. Cada vez que un afano fallaba le sonaba el teléfono y nadie protestaba los honorarios. El tano Vitale llegó cianótico, con 42 de fiebre y delirando. El Doc lo miró.

    - Te voy a hacer precio. Le dijo

    Aunque los libros no lo aconsejan le extirpó la bala en un solo tiempo. Aunque como sólo tenía dos manos, el tiempo perdido hizo que la heridas de la cara tuvieran serias necrosis. El tano se tuvo que aguantar para siempre el ojo caído y las fasciculaciones.

    Cuando el tano caía a la casa de la Zulma. Se bajaba la música. Nadie hablaba hasta que su maldito ojo delataba la mina que lo calentaba. Zulma una gorda de 50 años y tetas caídas, que todavía se atrevía a vestir encajes, daba la señal, y guay, que el cliente no obtuviera lo que venía buscar. Aunque entre las casi 40 mujeres de la casa, que siempre rotaban por imperio del negocio, había para todos los gustos, al tano le atraían las morochas de mirada brava. Nunca repetía una mujer. Casi siempre volvía golpeada y suplicándole que vuelva. Domada, decía él.

    El tatuaje se lo hizo el gordo Esteban. Una simple y trillada sirena. Pero todos sabían en el penal que cuando aparecía otro con el mismo tatuaje significaba que el tano lo había elegido de hembra. Había un único escape. La muerte. Eso fue lo que eligió Alberto, un tímido homosexual, rubiecito, blanco como la leche y hermoso como una mina. El tano hizo el ritual con toda la cuadra presente, los perros como siempre divirtiéndose aunque controlando los desbordes. Todos tenian la obligación de presenciarlo . Luego invitó a los comensales a probar la carne fresca. Alberto, que por una broma cruel del juez de turno, era sólo un contraventor. Se suicidó. Dejó una carta a su pareja, contándole, lo que le había sucedido y que nunca más le podría volver a ver la cara.

    - Esta clavado. Estos putos son todas unas minas cagonas. Tanta histeria por una fiestita. Se enfureció el tano.

    Todos los sábados a la tarde. Sesión de canto. El tano entonaba sus pésimas canzonetas napolitanas. Voz áspera, nasal y llena de gárgaras. Todos sabían que lo hacía a propósito, para manifestar el odio que le tenía al padre. Cuando quería cantaba bien. Pero si percibía que alguno se fastidiaba, esa noche había baile. Por la mañana aparecía un matambre, el interno castigado por la propia mano del tano a correazos limpios. Con las marcas cruzándole en una prolija sucesión, desde los pies hasta la cara. Nadie hacía la denuncia, nadie habría la boca.

    El rati que lo llevó a la cárcel. El tucumano García. Los hizo por motivos estrictamente personales, no lo impulso ni la ansia de ascenso, no la gloria, sólo vengar a su hermano, que por esas cosas del destino era compinche de la banda.

    El tano lo tenía todo planeado. El 13 de junio con casi 15 días de atraso La Cantábrica le pagaba a los maricones que les gustaba el yugo. Por una anómala cuestión operativa, pagaron juntos los tres turnos, sueldos y quincenas. Se movió prolijamente, con cuatro autos pequeños, con dos colaboradores en cada uno. Se acercaron por Rivadavia, hasta la estación de Haedo. El ambiente estaba espeso, el camión no llegaba y los negros se estaban impacientando. Eso le facilitó las cosas, dejaron los autos, y con los overoles y las viandas se acercaron a pie hasta los portones de los tinglados. Por fin llego Juncadella, estacionó de culata, frente a uno de los portones, armaron una mesa con una tabla y dos caballetes a la sombra de un sauce. Lo mandó al negrito García con la consigna de hacerse el borracho y pegarle una piña al chofer, que sin nada que hacer, se sentó del otro lado del sauce a leer una Patoruzito. El pendejo lo hizo, se armó tumulto. Entonces, el tano, sacó la 45 con silenciador y le metió una bala por encima de la rodilla. Mientras el tucumanito se retorcía y la sangre volaba para todos lados. El tano gastó exactamente otras dos balas, una en cada nuca de los custodios. Luego se acercó caminando. Se subió calmo al camión y puso primera. Cuando supieron que el negrito era de la banda, lo destrozaron a patadas.

    García tardó 1 año en ubicarlo y tres meses más, en obtener una licencia sin goce de sueldo por tiempo indeterminado, con opción a volver a ocupar puesto y grado. Convenció al comisario, informe pericial médico mediante, que el estrés lo hacía un elemento peligroso dentro de la fuerza. Pero dado su intachable foja de servicios, se merecía una oportunidad, aunque lamentablemente, dada la escasez de recursos económicos y humanos, no se le podría pagar.

    Le conoció la cara en una noche de whisky en lo de la Zulma. El negro se dejó crecer un poco el pelo, la barba y engordó 15 kilos. Mejor dicho dejó de correr 5 km. todas las noches, y eso fue todo. Reaprendió todos los tics del borracho que había olvidado de su padre. Esperó que el tano se llevara a la flaca Beatriz. Esperó, sentir los sopapos, los puñetazos en la espalda, los primeros insultos, los cinturonazos en la piel carmín, hasta que escuchó las primeras súplicas y pedidos de auxilio. Se levanto trastabillando, volcó los envases vacíos de cerveza, mientras las hembras buscaban en sus bolsos las sevillanas y las 22 cortas, se apostó en la puerta y disimulando la técnicas de comando, volteó la puerta de un tacazo.

    - ¡Que le hacé a la güaina vo´. Ta loco o so boludo!

    El tano con el cinto en la mano y de pié. La flaca de rodillas y resignada, haciendo lo suyo.

    - ¿Querés venir a un entierro, flaquita? Te invito. Le dijo ácidamente a la mina, que enajenada seguía su faena, con la boca ocupada.

    El tano rápido para los reflejos sacó su 38 de la sobaquera, que no se sacaba ni para bañarse y le apuntó al medio de los ojos.

    - ¿Que le hacé a la güaina vo?. Repitió el negro, con la misma vos de boludo que antes.

    El tano dudó, el negro no pestañeó ni cuando sacó el seguro, ni cuando enderezó el brazo, ni cuando cerro intermitemente el perro párpado.

    - ¿Sos loco o sos borracho? Sabés quien soy yo. Le dijo con desconcierto al negro García.

    - ¿Que le hacé a la güaina, vo´?

    - ¡Este no tiene miedo; así no se disfruta!

    Bajó, apenas, los ojos para enfundar el arma. Y el negro recuperó toda la energía, la lucidez y el odio, y le ensartó un tacazo de Tae Kwon Do en medio del cuello. El tano cayó hacia el costado, se pegó las costillas contra el bronce del respaldar de la cama, la Beatriz casi se queda con un pedazo del tano . Cuando el tano se quiso incorporar agarrándose con el brazo izquierdo de la cómoda, le pegó certeramente con los nudillos, fracturándole ambos huesos del antebrazo. Le manaba sangre por el oído derecho, la nuca y la muñeca con un hueso saliéndole a través de la piel. Escuchaba como las hembras, traidoras, festejaban histéricamente su caída. El negro practicó a mano limpia, como lo había planeado, un último golpe. Aprovechando la caída le cayó con sus gruesos zapatos de obrero sobre los talones, cortándole ambos tendones de Aquiles.

    - Estás acabado, tano turro. ¡Esto es por mi hermano!

    - ¿Quien sos? Le contestó con voz agónica pero firme

    - ¿Cómo? ¿No conocés esta camisa?

    El tano, recién entonces, se percató, lo que le había estado mostrando el borracho durante una hora antes, la camisa de La Cantábrica que le había dado al perejil del tucumanito. Por lo tanto supo que le quedaba una única oportunidad y no la desaprovechó, con la única fuerza de su brazo derecho disparó al bulto hacia atrás. Le acertó en medió del pecho, el negro cayó de espaldas.

    - Siempre supe que los cabecitas son para desconfiar. Por eso ya maté a dos.

    - No cantes victoria. Estás acabado. Le contestó el negro con un hilo de voz antes de expirar.

    Entonces, y sólo entonces, intervinieron el tarta y el pingüino. Como para disimular y sólo para disimular, remataron con varios disparos al negro que ya había muerto con una sonrisa.

    - Pe pe pe perdona, no no no noso nosotro tam tam también es es esta estabamo co co.. bue ya sabes.

    El tano se hizo el tarado y aceptó las disculpas. Tuvieron que viajar nuevamente a Junín. Esta vez no peligraba la vida. Pero los tres meses de convalecencia, con tres yesos y un cuello de Filadelfia, hicieron elevar mucho los precios. Por eso luego arrastrando su pie derecho, ese pie no quedó nada bien, tuvo que cobrarse una deuda. El tarta y el pingüino afloraron 4 días después a la superficie del Reconquista.

    Pero el trabajo del negro García no fue en vano. Porque el negro lo conocía mejor al tano que cualquiera de sus compinches y que sí mismo. En el asalto a la mesa de dinero, del licenciado Giménez, en realidad una mejicaneada, había que subir dos pisos por escalera. Pero el tano, no podía quedarse en el auto con el chofer, a esperar. Para afanar los pendejos eran autosuficientes, pero él tenía que hacer lo que más le gustaba. Subió cuando ya los pibes casi habían terminado. Los rehenes posaban tranquilos. La guita va y viene, tranquilizó, el licenciado, a los suyos. Cuando entró el tano, sus propios pibes lo atajaron.

    - No, tano, no. Ya está, no hace falta.

    - ¿Que es lo que no hace falta?

    - Vos sabés, tano.

    Los guampas del licenciados se inquietaron. El tano se llegó hasta Giménez. Le pegó un rodillazo en los huevos, cuando el infeliz recuperó el aire, lo estaba apuntando con una 45 en la sien.

    - ¿No, que estás por hacer, boludo? Baja el arma, pelotudo.

    - No se me antoja una mierda, sabés las ganas que te tenía. Le tengo ganas a los gusanos blancos que hacen el trabajo limpio, y usan víboras para todo.

    - No. Pará. Por favor... pará Saltándole el llanto y las lágrimas.

    - Así te quería, así te quería, hembra. Y le disparó.

    Los patovicas no se sintieron seguros y se jugaron. Pronto una balacera, digna de una autentica mejicaneada, se escuchó claramente. Unos salieron por una puerta, otros por la otra. Quedaron cuatro cuerpos en el piso, uno de ellos, uno de los pibes del tano. El tano arrastrando el pié llegó hasta la vereda. Cuando escuchó el sonido retráctil de las Itakas. Largó la 45 hacia delante, con la muñeca quebrada, lo más lejos de su cuerpo que pudo, se llevó las palmas a la nuca y se entregó.

    - Con las Itakas no se juega. Dijo

    El juicio fue rápido. El propio tano pensó que estaría mas seguro en gayola que de comisaría a alcaldía. Una foto suya poblaba los armarios y las puertas de todas las seccionales. “Asesinó a sangre fría a nuestro compañero”, rezaba el afiche. Quizá el cambio de paisaje lo remozara.

    Perpetua. Que palabra más idiota, pelotuda. Pensó varios días en que haría, cómo sería su nueva vida, como la organizaría. Hasta tuvo el coraje de llamar a un periodista para venderle su historia. No tuvo suerte, los boludos estaban entretenidos cazando, vendiendo, interpretando los caños que se estaban poniendo unos a otros afuera, incluso entre ellos mismos.

    El tano traía larga fama. No se atrevieron a “bautizarlo”. Nadie lo recibió, ni nadie lo mandó llamar. Así que al mes, se presentó solo.

    Pidió audiencia con don Carlos Tiberio. Se la concedió.

    Don Carlos Tiberio era quizá el último resabio de aquella mafia organizada que alguna vez trató de afincarse. Sus hijos, es decir todos los herederos de su banda, estaban ahora entreverados con los sindicalistas, los políticos y fundamentalmente con empresas yanquis y los milicos. Pero, el viejo, mantenía una mística de respeto sobre todo el penal. Nadie podía explicar el porque pero todos hacían lo que él decía.

    - ¿Cómo te llamas?. Preguntó Tiberio.

    - Druso Incitato. Aunque me llaman el tano Vitale.

    - No me tomés el pelo, que así empezamos mal.

    - Soy el tano Vitale en persona.

    - Sí, ¿Y? Yo soy Tiberio, o querés llamarme Chicho Grande.

    - Si fuera Chicho Grande acá habría un olor a hueso podrido bárbaro.

    - ¿Cuantos años tenés?

    - ¿De edad o de oficio?

    - Las dos cosas.

    - 35, 20 y 13.

    - Esas son tres cosas.

    - Lo ultimo son mis muertes.

    - Impresionante. ¿Y vos crees que acá nos medimos por el número de muertes?

    - No. Acá hay muchos cagones. Que mandan matar. Yo en cambio siempre lo hice con los huevos presentes.

    - ¿Y a que venís?

    - Nada. Esta tarde me puse nostálgico recordándolo al turco Yamín. Era tan bueno, tan gracioso. Este es un conventillo tan pequeño, nada más que 600 soldaditos de plomo. Que para que va a haber dos jefes.

    - ¿Pensás que debe haber uno solo?

    - Claro.

    - Querés ser mi asistente.

    - No.

    - ¿Que querés?

    - Le quiero contar una historia. Mi infancia fue muy dura, triste, sabe. Yo era el menor de tres hermanos. Mi madre una tana, piadosa. Cosiendo camisas y amasando pizza, cosiendo y rezando el rosario, cosiendo y los domingo tallarines, cosiendo y pochoclos. Mis hermanas que me llevaban 12 y 10 años, siempre fueron una dulzura conmigo, una se casó muy joven y se fue a vivir al Canadá. La otra volvió a la casa de la mamma a Italia. Ahora debe estar todavía trabajando en la Fiat. Mi vieja se murió de cáncer cuando yo tenía 15 años. Mi viejo hizo todo lo que pudo por ella, la amaba tanto que hasta reclamó una antigua herencia, embajada mediante y se la terminó gastando en morfina.

    - Bueno, que vas a hacer, a mi también mi vieja se me murió cuando tenía 7 años...

    - No. Ud. no entiende. El podrido y egoísta de mi viejo, se gastó la guita en un caso perdido. Si estaba claro que mi vieja se moriría. Para que gastó tanta guita al pedo. Así, encima le alargó la agonía. Así que yo tuve que salir a trabajar. Que ,¿iba a ser albañil como él?. No albañil no. A las mujeres no le gustan los albañiles. Las mujeres no se desesperan por los albañiles. Así que elegí una profesión más respetable. Es decir. Si uno dice Dr., las mujeres dicen. Ah, Dr. Que interesante. Y dígame Dr. Donde estaciona su auto, y dígame Dr. Porque le tiembla el pulso. Si uno dice Albañil. Hay, ¿vos quien sos?, ¿hay que olor a sucio que tenés?, seguro que viniste en bondi. Si uno dice, soy chorro. Ellas dicen, Chorro, Hay que tener adrenalina para ser chorro. Bah, depende que clase de chorro. Entonces uno saca la 45, le pone el tubo silenciador, le recorre la pantorrilla, le hace círculos en la rodilla, le aprieta con el caño el ombligo, sube y le hace saltar el clip de corpiño. Luego, uno se toma un whisky importado, mira por la ventana, hacia la calle, y le dice, ves aquel es mi auto y en la guantera tengo dos estadías con fecha abierta en un hotel de Córdoba, Mar del Plata o Cataratas. ¿A vos donde te gusta? Entonces la mina para probarte te pregunta: Seguro que el coche es de tu papito o ¿lo compraste con tu trabajo? Que frase tan inteligente y a la vez guacha, lo obliga a uno a contestar. No, ni me lo regaló mi papito, ni lo pagué con mi trabajo. Quiero decir, yo no me levanto todas las mañanas, como un pelotudo y gasto mi vida en una oficina. Yo voy y tomo lo que es mío. Así me encuentro siempre descansado y relajado, para poder cojerme a putitas como vos. Entonces uno siente que entre el olor a whisky y el perfume a Dior, sube un vapor a mina caliente que le justifica a uno la existencia.

    Don Carlos lo mira con mas sorna que antes.

    - Vida sacrificada la tuya. Vos si que te dedicaste al negocio porque la vida te engaño.

    - Pero le tengo que contar un secreto, venga, venga...

    Carlos Tiberio se acercó el oído burlonamente y el tano sacó de su piel pegada, mimetizada y maquillada, un cuchillo de acrílico y se lo hundió en la garganta, con tanta rapidez que los dos bufones que estaban al lado primero pensaron que se trataba de una de las habituales lipotimias del viejo. Y se agacharon a levantarlo. Cuando se percataron, ya, el tano, les había clavado dos estiletes, hechos de hueso de pescado, en medio de las cervicales.

    - Oh, hermanos, que justo son los castigos del señor, Aleluya.

    - La segunda guardia entró, vio como el viejo se desangraba y los dos infelices se revolcaban en el piso en serpenteos espasmódicos, no entendían que pudiera estar pasando dado que el tano no paso con metal alguno.

    - El tano los miró con calma y les dijo: ¿Cuánto tiempo quieren seguir viviendo?

    - ¿Que mierda querés?

    - Nada, negro, nada. Estaba pensando como vamos a explicar esto. Pobre don Tiberio. Algo hay que hacer, yo que vos, que eras el encargado de cuidarlo, pensaría en algo. Yo tengo algunos negocios que hacer, viste. Estoy muy ocupado.

    Sin inmutarse, sin siquiera pestañear se abrió paso. Cuando estaba cruzando por el medio del patio, mientras el negro lo seguía mirando por la ventana, le gritó:

    - Cuando hayas pensado algo, llamame.

    Esa tarde se desató un inesperado motín, se incendiaron algunos colchones, la guardia, sin embargo, no trabajó demasiado para restaurar el orden. Pero al fin aparecieron dos muertos a causa de la violencia interna, en un duelo criollo ambos se ensartaron sus cuchillos de fleje. En el tumulto posterior, se fugó el famoso mafioso Carlos Tiberio. Linda explicación para el libro de guardia. Y linda grasa para la panadería.

    El negro lo fue a buscar. Se encontraron en medio del patio principal. 50 internos fueron testigos del encuentro.

    - Bueno, ¿Qué querés?

    - Necesitamos alguien con huevos al frente. Alguien que nos represente realmente. Mirá, mirá las torretas. Que cara de hijos de puta que tienen esos guachos. Esos son capaces de ir ahora mismo hasta tu casa y violar a tu hijita Marianela, de tan sólo 7 años. Pero, eso no sucedería, si nosotros nos mantenemos firmes y fuertes. Digamos que esta bien no podemos, por ahora salir. Pero lo que tenemos que hacer es que ellos no puedan entrar. Entendés o llamamos a un traductor.

    El negro Sosa no entendió un carajo. Primero porque era corto, segundo había 50 jetas fieras observándolo, y tercero que no sabía, como el tano sabía, de su hija. No pudo disimularlo, le faltó un poco el aire y empezó a sudar, mientras el tano le clavaba los ojos azules.

    - Eh, este, bueno. Contestó el negro

    - Ves negro, necesitamos gente sin compromisos, gente a la que no puedan apretar, gente que hasta vos mismo temas y odies. Y, pegando el lento giro.

    - No les parece. Les dijo al resto

    Las voces se dividieron. Entonces sacó una carta más.

    - Que quieren, minas, tengo. Merca, tengo. Salidas, es un poco más difícil, pero se puede arreglar, sólo debemos saber cual es el juez de turno y cuanto estamos dispuesto a pagar. Pero muchachos, ¡disciplina, muchachos, disciplina!

    De pronto un muchacho que entendía de la mitad para abajo, y que nunca lo había visto, le pregunta:

    - De que carajo está hablando, ¿se puede saber?

    El tano se rasca la mejilla derecha, como siempre sucedía en estos casos.

    - Bueno, parece que tengo que ser más explícito.

    Con el pie arrastrado le pega al pendejo en la rodilla, y cuando este cae le pega un rodillazo en la nariz quebrándole el tabique.

    - Digo, que quiero orden. Si a vos que no te conozco y no tengo nada personal en contra tuyo, te puedo hacer esto, mientras 50 pelotudos me miran, que puede pasar si tuviera en contra de alguno.

    Dejó que el muchacho se incorporara.

    - A ver vos. Llevalo a la enfermería. Decíles que estaba jugando una carrera por guita. Tropezó y se cayó.

    Giró el cuerpo hacia el negro Sosa y le dijo:

    - Bueno nos ponemos de acuerdo. ¿Quién manda acá?

    El negro salió de su letargo, y algo le dijo que era mejor dejar de tener pánico.

    - Esta bien, no me parece mal. Después de todo. Cuanto más arriba esta, uno más peligrosa se pone la cosa. Esta bien. Ud. será el nuevo capo del penal.

    - Bien. Como primera medida, quiero que hagas correr la bola, antes siquiera de presentarme, que lo yo quiero es odio, odio y miedo hacia mi persona. Que me teman y me odien, pero me respeten.

    El mitin se dio por terminado, cuando el negro se alejaba el tano le grita: Botitas.

    - ¿Qué? ¿Cómo dice?

    - Yo planee matar a don Carlos Tiberio. Lo maté. Y ustedes su propia guardia, por el mismo hecho pasarán a ser guardia mía. Botitas es la traducción al castellano de caligas, o sea yo soy el nuevo Calígula.

    El reinado de Calígula pasaba sin mayores sobresaltos. El tano Vitale se abocó a realizar los ajuste y a cumplir las promesas,a los súbditos de su republiqueta. La Zulma le mandaba regularmente las chicas, la mayoría de las veces las pibas trabajaban toda la noche y se retiraban sin un mango. Que, era mejor que salir con la espalda marcada por haber estado con el tano. La droga la entraban las propias minas, que previo pago de peaje al juez, no sufrían la revisación intima de la femenina.

    Pero con el paso del tiempo el tano se empezó a aburrir. La merca le había dado una entrada más onerosa y menos riesgosa que salir a asaltar bancos, pero no tenía la adrenalina que a él le gustaba. Nunca le faltaban minas. Porque, la Zulma sabía lo que le podía esperar, si no cumplía. No tenía nadie que le dijera lo que tenía que hacer.

    Lo primero fue encontrarse pareja entre los internos. Lo hacía porque le encantaba disfrutar la cara de humillación de la víctima, obligado a cruzar el patio antes de presentarse al llamado del tano. En muchos casos no pasaba nada, pero el haber entrado en la celda era equivalente. Luego, diversificar la entrada de productos para comercializar, así que las mujeres de los internos debían ingeniárselas para pasar la inspección, so pena ver a su pobre macho golpeado o peor con una sirena en el brazo. Después era demostrar el nivel de su poder, castigando a los propios guardias. Varios cayeron en la volteada. Pero no pudieron hacer nada por miedo al mayor de los riesgos, el motín. Pero Argañaraz, no era hueso de roer, no se ablandó, se tenían el visceral odio cana-chorro, y no había negocio alguno, no había coexistencia te tengo-te necesito. Al tano no lo podían trasladar porque esta bien arreglado con el juez. Como era tan hijo de puta como el tano, pronto encontró el tano un norte para sus odios. Matar a ese perro.

    La oportunidad le vino al tano en una de sus salidas arregladas. Lo sorprendieron al infeliz, cuando bajó del colectivo. En el mismo refugio de la parada el tano sacó la 45 y antes que Argañaraz reaccionara, le pegó un silencioso tiro en la cara. Al otro día su mujer recibió un cofre hermético de acero inoxidable. No se pudo hallar nunca al culpable dado que el tano estaba preso, como todo el mundo sabe.

    El tano se cansó de esa vida, así que dado que hacía 5 años que estaba adentro. Era hora de rajar. Y para no comprometer a su contacto lo hizo de la forma antigua. Se hizo construir un túnel. Se escaparon él y 6 más, 2 volvieron como estaba pactado al otro día, 3 después de tres días, visitaron a sus familias dijeron y al sexto lo hicieron boleta para disimular.

    Se compró una casa quinta en Tortuguitas. Las noches las pasaba meditando en distintos boliches, bares y restaurantes, de Belgrano, Flores o La Costanera. Pensó mantener un perfil bajo hasta que madurara una idea concreta. Ni siquiera la visitó a la Zulma, que ya no vestía encajes.

    En Negro el 11, siempre veía a una mujer taciturna que se pasaba las noches mirando el río a través de la ventana, hasta que salía la luna, lloraba un rato, pagaba el café y se iba. El tano no era de averiguar vida de minas. Esa mina le gustó y a la lona. Mañana mismo se la cogería. La primer noche, no tuvo suerte, llegó a las 7 de la tarde, a las 7:15 llegó su presa. Él la abordó y por toda respuesta escuchó, hoy sale 20:16. Volvió a su mesa, esperó y, efectivamente, la luna salió a las 20:16.

    - ¡Que lo parió! –pensó-, ¿como puede haber gente a la que le importe cuando sale la luna?

    Observó que mientras la luna salía, la mujer leía un librito de poemas.

    No se amilanó. Nunca le había pasado que una mujer no le diera bola apenas él hablase. Serán los años. O los años de encierro. La segunda noche se tomó el ridículo trabajo de consultar un almanaque. 19:43. Llegó casi al mismo tiempo que ella. Tuvo suerte, aunque ella sólo le hablaba de la luna y las poesías. Cualquier cosa, poesía, jardinería, Yoga o cualquier boludez de esas que hacen las mujeres, con tal de poder cojersela. Cuando ya parecía que la mandaría a la mierda, porque algo de ella le gustaba y no quería fajarla. Ella aceptó llevarlo a su departamento. Mañana a las 5 de la tarde, le dijo y le entregó una tarjeta. Tenía un semipiso en Libertador con vista al río. ¿Para que mierda necesitaba ir a La Costanera, si de allí se veía fenómeno la luna?. Se puso cómodo. Se estiró en la suave tela del sillón. Al rato ella vuelve.

    - Vivo sola desde hace mucho tiempo. Así que no tengo ropa que darte, para que te pongas más cómodo.

    - No hay problema. ¿Que nunca viviste con un hombre?

    - Sí viví 10 años con un hombre. Le contaba mientras le servía una copa y un café.

    - Que te dejó, lo dejaste, se pelearon, se alejaron de mutuo acuerdo.

    - No, se murió, hace 2 años, lo amaba tanto. ¿Te gusta el Tía María?

    - Sí, pero lo prefiero con un poco, mas de hielo.

    - Ya te traigo.

    - Entonces si viviste 10 años con un hombre, que se murió hace relativamente poco, como es que no conservaste, si es que lo amabas, su ropa.

    - El no vivía acá. Sí, tengo toda la ropa que él usaba, cuando vivía acá.

    - Ahh, este, que no te gustaría, que otro la use.... O no le va el tamaño.

    - No, al contrario ojalá aparezca alguien igual.... ¿Te sentís bien?

    - Si, si, no sé, si creo que si, solo que se me durmió un poco el pié. Y porque no probás de ver si existe ese hombre...

    - Tenés razón te la voy a mostrar. Ya vengo.

    La mujer va un minuto a su dormitorio. Mientras el tano se agarra con ambas manos la pierna izquierda que está más dormida que antes. La mujer vuelve con la ropa.

    - ¿Te gusta?

    - No... si... si pero yo no te decía tu ropa, sino la ropa de él. Para que me tres bombachas, medias y satenes de seda.

    - No, dejame que te explique, porque parece que no te sentís bien. Nosotros teníamos un problema, o mejor dicho, no teníamos ningún problema. Eramos tan felices con Leticia.

    - ¿Vos me estas tomando el pelo o yo me estoy sintiendo demasiado mal.?

    - No. Yo te explico. El afuera tenía otro nombre y acá era Leticia. Pero no era. Leticia para conseguirse otros hombres. Era Leticia sólo para mí. Un día, me dijo no trates de ser un Juan o un Ernesto. Yo seré tu Leticia. ¿Que hombre tiene tantos huevos como para hacer algo así por su mujer? A pesar de todo, él no sacrificó su sexualidad. Aunque todos pensaban e intuían lo que no era, porque como decía mi abuela las apariencias engañan. Yo no tuve que cruzar mi propia barrera de ambigüedad y no necesité buscarme otra mujer, sino que él, disfrazado de mujer, me convirtió en mujer. No, el que me desvirgó, por mi propia inconsciencia adolescente, sino él, con sus satenes, sus bombachas, me hizo descubrir, mis pezones, que otro no había notado, mi vientre, mi pelo, mi oreja, mi boca, mi clítoris y mi vagina. Los otros me habían usado como si hubiera sido una manguera o una gallina. El se tomó cada noche de nuestros 10 años juntos, para deleitar mi piel, para escribirme, para recitarme los “105 poemas a la luna”. Fui plena mujer con un travesti, él fue pleno hombre conmigo. Luego de la dulzura venía la furia, el fuego, la paciencia. El nunca se dormiría, como hacen tantos, sin dejarme la paz del orgasmo... pero como son las cosas.

    - Sa..bes.. te sigo pe...ro no me estoy sin...tiendo nada bien, no tengo ni fuerzas para hablar...

    - Te decía como son las cosas. Un día mientras salíamos juntos, el vestido de hombre por supuesto, pero Leticia, ya había nacido así, como yo, o como vos naciste así como sos. Estabamos en un restaurante y nos pidieron que nos vayasemos. ¿Por qué?, preguntamos. Porque aquella respetable señora, nos informa que Uds. son homosexuales. Que ironía. Justamente 10 años juntos como marido y mujer. Disfrutando nuestra forma de ser, y habíamos llegado a la conclusión que eso, justamente, era lo que no éramos. Claro Leticia no podía disimular sus tics de mujer que tan feliz me habían hecho. La discusión aumentó, Alberto trompeó al mozo y unos cuantos...¿Te sentís bien?

    - No.. la verdad que no....

    - Me alegro muchísimo, es el narcótico que te puse en el Tía María... Entonces, te decía, un turro juez homofóbico, que son los mas putos. Porque los homofóbicos son, en realidad, putos reprimidos, lo encarceló. Pero en lugar de hacerlo trasladar a Devoto, lo hizo trasladar, “por error de procedimiento”, según me dijeron, a un penal, donde, en una sola y única noche, lo terminaron matando. ¿Sabes hijo de puta, una cosa?, ¿Que Leticia sólo conoció mi piel, que nunca un hombre lo había tocado? Y vos, guacho hijo de puta, lo violaste. No, te gastés en hablar, te quedan exactamente 23 minutos de vida. Mirá el ventanal. Mirá el ventanal (pegándole un puñetazo en pleno rostro, clavándole furiosamente las uñas en la cara desgarrándosela, y acomodándole el rostro ensangrentado hacia el ventanal). Cuando la luna salga exactamente a las 19: 02 hs. estarás muerto. Viste lo que les pasa a las hienas cuando se ablandan, cuando dejan de reír, se las comen las víboras.... Creo que los peces de nuestro querido Rio de la Plata, van a comer extra esta semana. Me parece que nadie te debe estar buscando. Y creo, que no voy a coger nada con vos.
     
    #1

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