Perseguido

PERSEGUIDO

La Luna está hecha de melancolía
y el trago ayuda al olvido,
mientras con el lucero llega el día,
para un eterno perseguido.
Sirva pulpero otra copa de vino.

Tiene el gaucho por consuelo
pensar en cosas bellas,
y elevar los ojos,
cuando luce celeste,
o está negro,
y tiene estrellas el cielo.

Y siendo el criollo en su tragedia,
tierno personaje,
es como un capullo del paisaje.
Llorón y conmovido,
tiene alma de poeta,
de cantor,
y de payador dolorido,
y hay cosas que siempre hace,
por duro que sea el camino.

En su cabalgar evoca,
las trenzas renegridas,
de la dulce china,
que lo espera
en el rancho de la lejanía.

Le canta con amor verdadero,
al sol y a la Luna, a las flores,
al hornero y al jilguero.
Todo cuenta para las cuerdas
de la guitarra,
la luz de las estrellas,
el canto de la cigarra,
la canción del viento pampero,
y el pelaje del arrogante overo.

En la mañana serena,
enamorado de la dulzura,
beben sus ojos,
desde el galope de su montura,
de las margaritas y de las nubes,
la pureza de su blancura.

No olvida,
teniendo como techo el cielo,
viejos amores de cantos
y serenatas.
Y como gaucho y poeta,
es su desvelo,
el recuerdo de la primera china
y su beso,
cuando montaba en pelo,
porque no eran baratas,
las pilchas del apero.
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