Perverciòn Nercrofìlica

El hombre de vestimenta anticuada estaba parado en la habitación de la morgue, su pene erecto, ojos admiradores de cuerpos inmóviles, fríos, destinados a la tumba. Acercándose lentamente con paso tranquilo y silencioso, en sentido de no despertar a la muerte, sonriendo maléficamente llega a un cadáver tapado con sabana blanca; pasa su mano por encina de su cuerpo, destapándolo, desde la punta de sus fríos dedos del pie derecho hasta los morados labios y blanca frente. Le tiemblan los pies de emoción y vigor.

Admira a una mujer fallecida, sus ojos abiertos, color café claro, edad de aproximadamente 26 años, complexión robusta, 45 kg. Roza el reverso de sus dedos sobre la mejilla de la difunta, caricias placenteras al contacto de la muerte. Rodea su cuerpo tres veces donde en cada ronda desnuda cierta parte de ella. La primera quito su blusa, pantalón; segunda, su brasier; tercera, su calzoncillo. Terminado, se detuvo a los pies de su victima.

Hablaba con ella muy alegre mientras el se desnudaba completamente. Escurría por su pene un poco de esperma. Bajó la mujer fría al suelo, la abrió de piernas e introdujo su duro pene en la vagina de la indefensa corpse. Gemía el depravado, punzaba su corazón como una fiera, sudaba intensamente, duró ahí una hora, donde en cada veinte minutos cambiada de posición. Al terminar su acto de placer, acomodo la mujer en lugar donde la encontró, la vistió, se vistió, acomodo todo como de costumbre y salió por la puerta donde entró. Jamás alguien supo.