Pesadillas de carne y sangre

Pesadillas de carne y sangre


La soledad se me injerta en el alma y en la piel,
con la crudeza de mil alfileres
aguijoneando mi yo más íntimo.

En mi interior no puedo encontrar un solo
retazo de la brava, indómita mujer
que siempre deseé llegar a ser
pero que sólo he fingido.

Mi mascarada se resquebraja
en diminutos pedazos,
en mi misma cara...
pues me he obstinado en aparentar
valentía cuando era una mera cobarde.

No más que una estúpida y neófita arrogante
que pensó que no podía herirla nada,
y que nunca se humillaría ante nadie.

Y es que en mis incontables
noches de insomnio; en mis noches
plagadas de demonios...
puedo ver a los fantasmas
de mi juventud y mi niñez retorciéndose
entre las sombras de mi dormitorio.

Y es también en veladas como ésta
cuando más claramente siento
su gélido, fétido aliento
erizando con sus infaustos presagios
la lívida piel de mi cuello.

Son pesadillas de carne y sangre
agazapándose a mi lado,
acechándome por la espalda.

Lo cierto es que jamás me abandonaron.


​

 

Sira, percibo mucha angustia y tristeza en tu poema, me ha conmovido.
Cariños y estrellas
Agnes

 

Saludo Sira
Muy logrado tu poema a la soledad

Encantada de leerte amiga

un abracito

 

Supongo que todos tenemos nuestros grandes demonios interiores a los que hacer frente, en ocasiones durante años. Gracias a ambas. Muchos besos.