Pesimista.

Le llamo la princesa del cuento,
El nuevo día de una agonía,
La musa de mi buen invento,
El clímax de mi hitaría fría.

La ruina de mi ciudad feliz,
La espina que llevo en el pecho,
Mi vida y libertad por derecho,
Que sin ella es una estatua gris.

Sin ella soy garganta sin voz,
Canción que nadie canta,
Un nombre en un grano de arroz,
Un pobre diablo que no espanta.

Soy un carpintero sin martillo,
Madera podrida y de tercera,
La misma canción sin estribillo,
Un don nadie de cualquiera.

Un soñador empedernido,
Sin pase en la sala de espera,
Durmiendo en un gélido nido,
Y en cada ojo una gotera.

Yo le llamo la reina del castillo,
A la que le entregué mi amor,
A cambio de una prueba de dolor,
Por un sol más negro que amarillo.

Y le pienso alguna vez al mes,
En un mar de lágrimas la extraño,
Donde un anzuelo le tiró a éste pez,
Que mordiera el cebo del engaño.

Por lo cual soy un día sin luz,
Un triste perro de la calle,
El mismo diablo cargando su cruz,
Una pintura sin detalle.

Un actor del valle del olvido,
Un Romeo sin su Julieta,
Y menos que un caso perdido:
Un incompetente sin meta​

 

Intensos tus versos amigo...
Ha sido grato leerte...te abrazo con todo mi cariño...

 

Magnífica muestra. Más versos esperamos los lectores.

Luis María Murillo Sarmiento

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