Petra Pan.

Ella era tremenda, en su carromato.
Apuntaba con su escopeta. Tiraba al plato.
Retrataba a los feligreses, en la capilla.
Bailaba flamenco, en la ciudad de Sevilla.


Pintora y escultora, amaba el mármol blanco.


Lo amaba de tal modo, que se transformó en harina de trigo.
Así, entró en un convento. Que era molino de viento.
En Castilla la Mancha fue molida.
Con levadura, se hizo pan, dentro del horno.


Y es hogaza, para el queso y la carne de membrillo.





Una hogaza lozana y gruesa, como una rueda.
Una hogaza espesa y leve, como abanico.
La emplean en muchos cortijos y pueblos rurales.
La esclavizan.


Fui a rescatarla. Pero en un trineo de las nieves, ella se desliza.

 

Que ingenio tenés, poeta, para contar historias
Saludos.

 

Gracias, amiga. Es que soy un privilegiado, porque yo como de todo, un poco. Fruta y verdura, carne y pescado... ¡ Oh ! Qué bien me siento, cada vez que hago la digestión. Me encanta comer, y beber. Si alguna vez me invitas, Cecy, te lo agradeceré, con un beso en los labios.

 

Es una genialidad, tu genialidad para recrear con las palabras una molienda histórica. Excelente. Gracias por escribir.

 

De nada, Ropittella.
Me inspiré en una musa femenina.
Que se llama Alláh. La dueña del Islam.
Los moros la consideran Dios. Pero no lo es.
Alláh es principesco, aprendiz por siempre, no-violento y femenino.