Placer y Castigo

Placer y Castigo​

Muy cerca del horizonte se dibujaba el espacio sobre un coloso azul. Un gigante inmenso, lleno de luz, cuya causa nos ciega, envolvía la vida de aroma y color. La consciencia buscaba encontrar en el tiempo la propia manifestación, potencial de sentir en su nada a través de experiencias y errores. Las leyes debían cumplirse, y no había más solución matemática que el resultado de plasmar la naturaleza un hecho con su definitiva estructura resuelta.

Si en el principio hubo misterio, los dioses creados debido al ensayo, no distinguió el estreno de la obra. Una tragedia que se fue amoldando a la natural consciencia de la razón y la lógica, cuyos protagonistas se debaten todavía entre el misterio primario y el irremediable final al que todos están sometidos; excepto la vida, cuyo intento inacabado permanece inmutable en el justo transcurrir de sus moldes.

Llegó la consciencia a cierto grado de perfección sin comprenderse a sí misma, adivinando intuitivamente, y fracasando en el experimento egoísta de estar por encima del resto; y el resto era parte de su suma. Mientras el humano no llegue a comprender que la única diferencia entre el absoluto y las partes, es el grado de consciencia de cada una de éstas últimas, seguirá buscando en el oculto futuro la utópica esperanza de una idea fantástica; dejándose engañar por el mago que lleva dentro, y sin resolver jamás la ecuación desnuda cuyo cálculo no tiene solución.

Transformaremos las ondas y también la materia; se crearán nuevas formas con nuevas tecnologías; cubriremos de gloria a quienes ya sin memoria, olvidaron que el mundo es el tiempo, y en cado mundo hay un reto, y en cada reto placer y castigo; porque el placer es efímero, y el castigo perderlo.