Plegarias a un dios desconocido

Ruegos y ruegos de súplica y clamor fueron elevados,
entonces miré al cielo y todo lo que vi fue un sol brillante, inplacablemente cálido,
unas aves volando que revoloteaban sobre mi cabeza, ¿hay alguien ahí arriba?
entonces continue con mis ruegos, ruegos que mis padres me enseñaron, ruegos que yo creí.

Y la adeversidad llegó a mi casa, mi pueblo ya no es lo que era,
los rezos no cesan, los rezos no cesan, ¿hay alguien ahí arriba?
los rezos no cesan y la gente sigue muriendo, los rezos no cesan y aquí estoy con mi corazón roto,
los rezos no cesan y aquellos que me enseñaron a rezar han partido, ¿dónde estarán ahora?

Una amenaza de castigo eterno, sólo por nacer, sólo por vivir,
¿cuándo obtuve piedad?, ¿cuándo los rezos de mi pueblo fueron oídos?
los rezos no cesan y nadie los responde, la justicia no es justicia sino un cruel castigo,
¿es el poder justificativo suficiente para jugar a ser dios?, los rezos no cesan
¿hay alguien ahí arriba? espero que no, sólo el sol y las aves... y el techo de mi casa.

Pero he aprendido, los rezos cesaron y todo lo que pedí lo alcancé por mi mano,
¿piedad? una palabra que sólo puede ser atribuida a un dios de fábulas,
¿misericordia? lo único que traeran misericordia a mi casa son mi manos y pies
el trabajo me ha formado, no fue dios, fueron los hombres, ¿infierno?
ya estube en él, cuando esperé piedad divina, hoy lucho en la tierra
para alcanzar mañana los sueños que me elevarán al cielo, un cielo en la tierra.

- Pablo Martínez Alonso -