Plusvalía

De qué vale que exponga
lo blanco, lo negro, si estás
en mí como un pulmón
que respira, como la sílaba
más ancha de mi corazón;
que seguiré pronunciando
aunque haya chacales o hienas,
o aunque no existan
razones o argumentos.
De qué vale el signo de suma,
el de resta, si es mejor medir
cada acción y pesar cada
conducta.
Si al otro día las mentiras,
los rumores, los excesos.
Fabricarán una vez más nuestra
mierda pulcra, nuestro amor
con sede en otros cuerpos.
Y uno de los dos olvidará
al otro. Y el otro se
hundirá con el pasado
compungido en un reputa
madre que lo parió.
Operación cumplida, el no
poder emplear la primera
persona en singular ni hacer
más efectivo el derecho a
reclamar, y mirar atrás
porque de frente está el sol.
A nosotros, a los porqués, a
esto que se lleva el aluvión de
la conciencia. Sin hacer nada,
justamente cuando se puede
defender lo que se ama.
Cuando somos otra cosa
y estamos lejos, quizá
infinitamente lejos que ni la
luz llega. Por un tabú, por
un fantasma, por una
energúmena maleta que
carga con la burocracia
y los nervios.
Adiós ojal sin botón, artista
de pacotilla, me limpio todo
con tus pinturas, ahí donde
estés. Ya la sangre está
regada y el adiós también.