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Poema desvariado

Tema en 'Poemas Filosóficos, existencialistas y/o vitales' comenzado por licprof, 15 de Enero de 2024. Respuestas: 0 | Visitas: 355

  1. licprof

    licprof Poeta fiel al portal

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    31 de Marzo de 2020
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    Género:
    Hombre
    He conocido la impunidad
    pero tambièn la he combatido
    con todas mis fuerzas
    con toda mi potencia
    con toda mi expertice.
    Pero, por supuesto, no ha sido suficiente.
    No fue suficiente denunciar, por el contrario,
    hay que ponderar las posibles
    represalias que su produciràn, porque el otro,
    el que està del otro lado, no se va a quedar
    con los brazos cruzados, bàsicamente.
    Hay que contemplar los posibles
    contraataques, contragolpes, y, por ende,
    proteger al rey, enrocando
    o de cualquier otra manera.
    De todas formas, combatì la impunidad
    dentro de mis posiblidades:
    no me quedè callado, al contrario,
    denunciè y fui contradenunciado
    pero esas contradenuncias evidentemente truchas
    quedaron en la nada, obviamente, fueron
    archivadas, por falta de pruebas,
    de indicios, de evidencia alguna.
    Incluso, a veces, fui sumariado,
    en base a falsos testimonios,
    represaliado, no obstante,
    contraataquè a mi vez, contragolpeè con todas mis fuerzas,
    toda mi humilde sapiencia: tuve reuniones, conferencias
    con jefas y jefes de àrea alrededor
    de una mesa redonda: ellos me escudriñaban silenciosamente
    procurando adivinar mis pensamientos, què diablos pasaba
    por mi cabeza o si simplemente estaba loco de remate:
    a tal efecto, me enviaban a psiquiatrìa, a los efectos
    de patologizarme, criminalizar, estigmatizarme o
    sencillamente ensuciarme, embarrar la cancha como
    vulgarmente se dice, todo convenientemente atado
    con alambre o cinta ancha adhesiva de embalar.
    Borodin sonaba mientras tanto, ellos
    me observaban, mientras tomaban cafè
    o disfrutaban de su cigarrillo.
    Me observaban, còmo me observaba esa comisiòn convocada
    precisamente al efecto, y eso no era todo:
    Borodin, mùsico o enviado soviètico a China:
    para difundir la revoluciòn sagazmente proletarizada
    Malraux mediante.
    Mientras tanto, paraba en el Tortoni o por ahì cerca, en el cafè
    de la esquina: leìa intensamente y, cada tanto, admiraba
    por la ventana a las damas que pasaban por la vereda.
    Aquellos años en que permanecì sumariado y apartado del cargo
    fueron perfectamente los màs felices de mi vida:
    cafeteando y leyendo intensos volùmenes
    entre bocanadas de humo,
    o escuchando clàsica mùsica en los auriculares
    para no molestar a los arduos, ardientes comensales o
    parejas que dulcemente se besaban en las bocas
    mientras en la calle ocurrìa la piquetera manifestaciòn
    y en mi cabeza sonaba Borodin
    o Rimsky Korsakov.
    Una visita al cabildo no està de màs, ademàs:
    el Ministerio de Economìa, el Banco de la Naciòn, la Casa
    Rosada, en fin, la Plaza de Mayo: allì, los grandes
    actos de la nacional historia: las inglesas invasiones, el 17 de octubre,
    los grandes recitales de rock and roll, las Madres.
    Yo me paseaba por allì de visita o guiado por guìas turìsticos
    junto con un grupo de alumnos y el Profesor de Historia quien
    oportunamente dictaba su càtedra al libre aire:
    o la rubia esplèndida que bailaba tango junto con Carlinho
    (pronùnciese Carliño)
    y se quejaba de las mìseras propinas dadas por los turistas
    como si eso no fuera un show de tango
    y el poètico o lìrico yo no se paseara
    por sus recuerdos: maldito teclado de computadora
    deberìa estudiar mecanografìa, pero si estudiè solo que
    me mal acostumbro, divago, desvarìo y siempre escribo o digo
    toda clase de sandeces, estupideces
    que encima no vienen al caso, al ocaso:
    es como si la materia musical o verbal me fuera llevando
    quien sabe donde o adonde: y no doy pie con bola
    como turco en la neblina:
    la biblioteca me esperaba con sus enormes libracos
    o la pizzerìa a la vuelta de la esquina, o mejor dicho, la
    Muerte "meando detràs de la esquina o a una estrella virgen
    con todos los pechos desnudos" ...
    las bibliotecas, los institutos o departamentos, compartimentados y
    vacìos de toda ìndole erudita, me esperaban, desnudos, con sus paredes
    sabiamente desconchadas por el tiempo, la humedad, tabicados e
    impuros, como si eso fuera poco o màs bien mucho:
    los hermosos volùmenes, mis grandes, viejos y silentes amigos,
    y el Sr. Bibliotecario, o Viñas con su eterno mal humor, su
    màscara: conferenciando o prepoteando, primereando,
    segundeando, campaneando retratos, o leyendo en el Instituto
    de Literatura Argentina (25 de Mayo 217, 1er. piso, si mal no
    recuerdo) o
    en los cafès de Avenida Corrientes, a veces con Amèrico
    y casi siempre con alguna pendeja
    màs o menos hermosa, Cachafaz!
    Saltando siempre de una cosa a la otra, sin profundizar en casi
    nada: nada
     
    #1
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