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Poema genético de locura en rosa

Tema en 'Poemas Generales' comenzado por Orfelunio, 4 de Mayo de 2010. Respuestas: 0 | Visitas: 2619

  1. Orfelunio

    Orfelunio Poeta veterano en el portal

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    Poema genético de locura en rosa
    con décima y soneto




    Y apagó la tarde
    a la mañana,
    y esperó la noche
    cuando nada arde
    si un sol se apaga.

    Y sucedió un primer día
    encendida el alba,
    y siguieron más
    de igual camino;
    y alguien exclamaba,
    equivocado en la experiencia,
    filosofando sobre el sino
    y el misterio de la existencia:
    ¡Quede la nada… en la nada!

    ¡Cuánta ignorancia!,
    ¿acaso el pájaro se preocupa
    por tal bobada?
    Que yo al pensarme,
    me desengaña
    la falsa mentira,
    la mentira falsa,
    que es la mentira
    toda una farsa.


    Y así nos dan cultura ingrata,
    la que se aprende,
    y no retrata,
    lo que sucede que es una lata;
    y nos sorprende
    la mala pata,
    que es una burla,
    cuando la pulga
    que nos delata,
    pica y nos purga
    si se desata.

    Y nací,
    y subí, y subí,
    subí escaleras,
    subí al tren
    de las afueras.

    Me crié
    con teta y con maicena,
    con chuletas,
    y ajo aceite en noche buena.

    Estudié poco,
    ¡y menos mal!,
    que de loco voy servido,
    y otros locos que los hay
    son borregos de corral,
    que no saben que en el nido
    los esperan,
    sean honrados o bandidos,
    instruidos en las hierbas,
    o son hierbas de fumar.

    Y quise ver el mar,
    y me pregunto cómo fue,
    ¿qué o quién sedujo en aquel tren?
    Aquella primera vez,
    sin que fuese enamorar.

    Y subí escaleras,
    muchas escaleras,
    y muchas más.

    Y me vi entre hierros,
    sin maderas que tocar,
    y en el tren, en su escalera,
    fue algo grato tropezar,
    si son los quieros
    azares las maneras,
    y las maneras son boleros,
    mentiras sin lavar.


    Me espera el batallón,
    la gran batalla,
    que al pasar,
    del turuta sale un son…
    Una décima de mar:



    Marinero de papel,
    ferroviario de cartón;
    soldadito de latón,
    me pregunto cómo aquél...
    Militares al cuartel
    en primera comunión;
    el estreno ya es telón,
    me estrenaste por bedel,
    es aquello de la miel…
    Un recuerdo en el vagón.

    Subí, y subí,
    seguía en la estación,
    y en silbidos recordé,
    que el tren,
    ya era un barco de vapor.

    Y por los mares navegué,
    y al subir las escaleras,
    otra escalera me esperó;
    y llegaron años inclinados
    en la escalera que era yo.

    Los peldaños, que son daños,
    dolores de dolor;
    que con trece comencé el oficio,
    escaleras de botica
    donde aguarda el artificio
    que se aplica cuando pica;
    y el galeno se aromaba
    con pomadas y fornicio;
    y subí tantas escaleras,
    que de nuevo en el inicio,
    -que es el fin donde empezaba-,
    me esperaba la escalera...
    Ya la vida terminaba.

    Y en suspiro, si no reviento,
    aunque da lo mismo,
    pues de escalera voy bien puesto,
    nació mi hijo,
    y lo que ves,
    de aquella ramera y este soneto,
    que pudiera ser leído al revés:

    Voy siguiendo el camino con dos pies,
    y en el campo fértil, los olivos,
    se asemejan mis hermanos. Por los vivos,
    sigue el tren de la vida dando mies.

    Pasan rápido: y una, y dos, y tres,
    y en más pasos nos dejan los recibos,
    flores, donde muertos los motivos,
    sólo quedan aromas de cafés.

    Y me pregunto cómo fue el amor,
    ¿qué o quién te sedujo en aquel tren?
    Si andaba negra la rosa locura,

    y fuera agua que sacia algún ardor,
    puede que tú, la viuda oscura,
    de sed vagaras seca en el andén.

    Y subí la última escalera,
    subí y subí,
    y allí es donde fue,
    que encontré preñada la ramera;
    y de la escalera yo bajé,
    nací… y subí al tren,
    y en el barco de vapor
    que no se ve,
    me sorprendieron escaleras
    caminando con dos pies.​
     
    #1
    Última modificación: 4 de Mayo de 2010

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