Poesía antihumanista

​

Tropiezos

Me atrevería a decir lo que quiero decir cuando lo digo,
pero siempre tropiezo con las cosas.

Yo voy a plantear que el universo es redondo,
ya que sólo puedo verlo dándome la vuelta.
Por tanto y sin decir más que lo añadido,
el mundo flota en una palangana llena de agua salada.

Debe haber sido traída aquí desde muy lejos,
ya que un salero de tamaño cósmico
sólo puede estar en las alacenas celestiales.

Y digo que celestiales,
porque, como decía hace un mes,
ya olvidé lo que decía.

Es un mito creer que se sabe todo,
cuando lo que se conoce es pasajero,
y por ahí va el mismo perro
de hace cuatro horas atrás.

Duele estar despierto,
porque con este universo redondo,
es imposible pensar en líneas rectas,
ya que la dificultad física y química de ejecutar dicha acción,
impide que se materialice ese estado subconsciente
conocido como la felicidad.

Es fácil impedirlo.
Nada más vale oler el ambiente,
y se sabrá que los cangrejos caminan en reversa,
cuando averiguan que son los humanos
los que gobiernan el planeta.


Ya veremos donde termina esta charada.
Por lo pronto, comeré queso y tomaré del fruto de la vid,
a ver si por fin logro ver al viento revoloteando sobre las aguas.

En el principio la tierra era caos y confusión.
La verdad es que sigue así.
Me atrevería a decir lo que quiero decir cuando lo digo,
pero siempre tropiezo con las cosas.

Yo voy a plantear que el universo es redondo,
ya que sólo puedo verlo dándome la vuelta.
Por tanto y sin decir más que lo añadido,
el mundo flota en una palangana llena de agua salada.

Debe haber sido traída aquí desde muy lejos,
ya que un salero de tamaño cósmico
sólo puede estar en las alacenas celestiales.

Y digo que celestiales,
porque, como decía hace un mes,
ya olvidé lo que decía.

Es un mito creer que se sabe todo,
cuando lo que se conoce es pasajero,
y por ahí va el mismo perro
de hace cuatro horas atrás.

Duele estar despierto,
porque con este universo redondo,
es imposible pensar en líneas rectas,
ya que la dificultad física y química de ejecutar dicha acción,
impide que se materialice ese estado subconsciente
conocido como la felicidad.

Es fácil impedirlo.
Nada más vale oler el ambiente,
y se sabrá que los cangrejos caminan en reversa,
cuando averiguan que son los humanos
los que gobiernan el planeta.


Ya veremos donde termina esta charada.
Por lo pronto, comeré queso y tomaré del fruto de la vid,
a ver si por fin logro ver al viento revoloteando sobre las aguas.

En el principio la tierra era caos y confusión.
La verdad es que sigue así.


Daniel Aníbal Zambrana

http://valletenebroso.blogspot.com

 

Cierto que el hombre se basta a sí mismo para destruir el planeta.. Interesante tu poema. Me gusta.

 

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Bello, preciosas letras agradables de una poesía encantadora y muy bonita.