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¿Por qué a mí...?

Tema en 'Prosa: Amor' comenzado por Mefisto, 3 de Marzo de 2010. Respuestas: 0 | Visitas: 728

  1. Mefisto

    Mefisto Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    11 de Febrero de 2010
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    Déjenme contarles, estimados lectores, cierto vago recuerdo que aún circula por el cielo de mi mente. Todavía me pregunto, especulo y reflexiono sobre ello sin la certeza de llegar a buen puerto, mas, ¿por qué a mí...?
    La historia será breve, así pues no se acongojen ustedes por obra y gracia de mis impericias literarias. Al igual que cada mañana, salía con prisa de mi casa a las nueve menos cinco; y con el tiempo y el sueño hechados encima, bajaba por esa calle repleta de adoquines en la que todos, seguramente, habremos transitado alguna vez alegres, jubilosos, acompañados por los rayos de la tarde; o tal vez solos, ensimismados, huyendo a través de las tétricas penumbras que aparecen en la noche por las avenidas. Como iba diciendo, descendía a paso rápido con la intención de ir a trabajar un día más en mi rutina semanal. Era un jueves laboral, si acaso como todos. Uno de esos días despejados en los que la intuición, hace despertar brotes de esperanza en un alma con miedos enraizados. Y sin más, una bella señorita y yo, nos cruzamos en aquella calle repleta de adoquines. Ella avanzaba como si no faltara a su cita. Ambos nos miramos con el brillo en la mirada, la ilusión, el abrazo de los ojos desconocidos que no portan el prejucio, sino la contemplación; y que remolcan el deseo de amparar a los sentimientos incomprendidos.
    Lo recuerdo como si fuera ayer, amantísimo lector. De repente ella quedó estática, yo simplemente la imité; nos callamos sumergidos en el susurro inconsciente y al poco se declaró. Me dijo con pasión que me iba a suceder algo inesperado, a mí, solo a mí. Yo, sin embargo enmudecí esperando probablemente un beso, un abrazo, un disparo, o quizá un geranio. Pero con una lágrima en la cara se fué sin avisarme, sin despedirse, sin ni siquiera decirme cómo se llamaba. También quedé petrificado, ausente por algunos instantes. Al poco, no obstante, pensé que era una loca, una bella señorita sinverguenza alguna que aburrida no tenía otra cosa mejor que hacer; os juro que no la volví a ver.
    Finalmente, llegué a mi trabajo, a un local sepultado por la ausencia de color. Todo en la oficina estaba en orden, sistematizado. Cuando me dispuse a ocupar mi lugar vacante, de su despacho salió mi jefe abriendo la puerta con gesto brusco, caminando recio, impulsado. Pude divisar como un pájaro su trayectoria, su destino era mi puesto de trabajo y, con la misma incredulidad en el rostro que yo sujetaba, me dijo: "Estás despedido". También que una señorita se había presentado anteriormente, trayendo consigo muchísimo dinero con una única condición, la cual era mi despido. Esas eran sus razones. Actualmente, soy multimillonario, aunque pobre en sincero y desinteresado amor; aquel al que le ha tocado la cara de una moneda, o el azar de una lotería. Para mí dejó mucha más fortuna metálica, y todavía me pregunto sencillamente por qué. ¿Por qué a mí...?
     
    #1

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