Presagio del buen hombrecillo

El pobre hombrecillo,
no aspira a ser nada...

Se aleja del borde,
lo esconde su madre,
se apiada del hombre,
y escupen sus gafas.

Contiene el aliento,
en nada destaca,
despierta cansado,
su píldora falla.

Le pesa su espalda,
se ríe a destiempo,
el miedo es alergia,
sensible a la rabia.

Su vida no empieza,
el tiempo no alcanza,
por fin desespera,
e insiste en la calma.

Se inflama en reproches,
no duerme de noche,
se llama al silencio,
se asocia a la nada.

El buen hombrecillo,
deplora su muerte,
la ira se invierte,
se tuerce la vara.

El necio y su orden,
vomitan su cara,
lo caro del sueldo,
define su tara.

Ajeno a su drama,
gatilla un revólver,
su nombre es desorden,
la idea es su bala.

Debajo del saco,
asoman dos caños,
el hambre de daño,
son egos con nausea.

Y el buen hombrecillo,
no olvida sus gafas,
el miedo, la noche,
su alergia y la farsa.

Hoy algo culmina, concluye un acorde...

La sombra del borde,
su entierro en la calma,
el necio con suerte,
y un peso en su alma.

jmchicco@copyright

 

Profundo y con fuerza su poesía. Me encantó poeta. Un saludo y mis estrellas.

 

genial escrito el que muestra usted caballero. tan genial que ese hombrecillo ve con tranquilidad su muerte.
ius

 

Uy que versos,que forma de relatarlo y hacer poesía,se deja llevar hasta el final,buen trabajo, un saludo desde Panamá.

ciel

 

hasta panamÀ, desde el pequeÑo hombrecillo.

Un gusto mi amiga.

Jorge

 

Amigo con que intensidad relatas la historia de este pobre hombrecillo que tenía un peso en su alma,pero ya encontró la paz eterna,bello y triste versar,un abrazo,

 

AsÌ es marleny,...al sueÑo lo hizo carne el hombrecillo.

Un lujo es siempre, tu paso,...

Mil besos.

Jorge