1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

    !!!Te va a encantar, no te la pierdas!!!

    Cerrar notificación

Princesa de suburbio

Tema en 'Prosa: Amor' comenzado por Manuel Chocano, 18 de Enero de 2018. Respuestas: 1 | Visitas: 431

  1. Manuel Chocano

    Manuel Chocano Poeta fiel al portal

    Se incorporó:
    17 de Octubre de 2006
    Mensajes:
    727
    Me gusta recibidos:
    0
    Así que esperarte aquella noche fría de principios de enero no era tan desagradable viendo el brillo intenso de las constelaciones bien definidas. La ciudad tenía esa modorra característica de finales de las fiestas. Yo me lo tomaba todo tan en serio y tú con tanta calma que me hacías sentir estúpido. Ambos rotos, por diferentes circunstancias, rotos.

    Con voz pausada en el teléfono me dijiste ese día que querías decirme adiós. Así que para mí eras de nuevo un acertijo, un acertijo cruel y frío. Decidí que la ebullición iría por dentro, después de una montaña rusa emocional había tomado la decisión de aceptar lo que viniera (Lo que me dieras) al fin y al cabo había una contradicción gigantesca en vos, y otra más grande en mí. Llegaste y todo fue como casi siempre, a medias, preciso, pero a medias.

    En el carro me diste un beso tierno en los labios, mientras yo fruncía el ceño. Olía a humo de cigarro mezclado con el perfume dulce que usabas, tan característico, tan tuyo. Al día de hoy oler a alguien con ese perfume me arrastra hasta tu recuerdo aunque no quiera.

    Fumabas mientras manejabas y el humo se dispersaba en el frio del aire. Tu cara me hizo esos gestos característicos de una niña que aspira a ser mujer fatal. Por primera vez en mucho tiempo me tome el tiempo de tratar de hacer un análisis objetivo de tus características, de tus partes. Y aún hoy recuerdo la fuerza interior a la que tuve que recurrir para observarte sin sentir.

    Mientras llegábamos a nuestro destino la radio se puso nostálgica, como una especie de soundtrack de ese momento nuestro, yo me iba hundiendo en mi disfraz, mientras tú te sentías tan bien en el tuyo, acomodada parecías en paz. La cadencia de la música pareció irrigar el universo entero, excepto por ti, lejana, cercana y lejana otra vez.

    Forzadamente traté de llevar la plática a temas sin trascendencia, a lugares seguros que no terminarán llevándome a mis celos de siempre, a los reproches recurrentes que te hacía un tipo que acababa de superar los veinte años y que aún no tenía muy claro quién era. ¿Sabes? He cambiado. Ahora me doy el lujo de sentarme con mis demonios a conversar, ahora puedo verlos a los ojos, ahora los acepto y los comprendo, sé de dónde vienen. ¿Y tus demonios cómo están? Seguirás temiéndoles, sin sacarlos a pasear al menos no conscientemente. -Te conozco.-

    Cuando llegamos al mirador me pareció que la suavidad de tus labios me hacía olvidar tu veneno, estos momentos los recuerdo como entre dormido y despierto, son detalles, partes de un todo. Es el olor del sexo mezclándose con tu perfume haciéndolo más dulce, es el frío de la montaña mezclado con el calor de cuerpos apenas desarrollados, es el frenesí de una pasión que asusta y muerde. Oler tus manos, y besarlas que tus dedos me sepan a nicotina. La endorfina.

    Ya agotados alumbrados por las luces de la ciudad a la lejanía vimos la erupción del volcán, contemplando y sintiendo como lo que pensábamos que era agua de lluvia era ceniza de erupción. Ya no me importaría lo que vendría (Lo que estabas dispuesta a darme) ya era la despedida, el cierre de una etapa en la que fuiste protagonista de un drama, que bien interpretaste, muy bien.

    Debí darme cuenta de tu etapa, y de la mía. Yo creo que más que amor debe haber estado cerca de obsesión ahora lo sé y debe haber sido cargante. Y vos no querías seguir el juego, apenas estabas aprendiendo a ser, y no queriendo nada en serio estabas dispuesta a darme lo que pudieras, que para mí nunca fue suficiente. Yo tampoco era suficiente para tus estándares, un animal extraño a tu entorno. Un tipo fuera de su hábitat nada que ver con vos, y vos nada que ver conmigo, y eso me hacía sentir inseguridad. Muchas veces me he preguntado que me llevó a desarrollar esa debilidad por vos en esa época, y sigo sin explicármelo.

    Esa noche nos despedimos pero realmente nos seguimos viendo, ya nada fue igual, yo jugué el juego bajo tus términos ganándote en tus reglas y tu terminaste haciendo los reproches que yo solía hacerte. Cuando te fuiste a Nueva York te extrañe, estabas en una nueva etapa vulnerable y cálida no sé si vos estabas jugando a que me amabas, yo estaba en mi disfraz de no sentir nada, cagado del miedo.

    Fue el miedo el que me hizo no contestarte ninguna llamada cuando volviste, el tiempo pasó y te entregaste al que si se apresuró a contestarte. Debería estarme agradecido por siempre. Para entonces yo ya estaba cansado de seguir un camino que, según yo, no me llevaba a ningún lugar.

    Un par de años después nos vimos, ya no éramos los mismos me pareciste insufrible con tu peinado raro (otro) y esa actitud de suficiencia casi agresiva, de nuevo me di el tiempo esta vez de buscar en ti únicamente imperfecciones distraído por esa sonrisa asesina y tus camanances. Y aunque muy sutilmente lanzaste la cuerda, yo decidí no picar. Esa fue nuestra última conversación.

    Luego te encontraba en lugares y me dabas la espalda, como un leproso. Siempre me dio curiosidad la razón, porque aunque no lo creas aún tengo pendiente compartirte mis teorías, mi análisis, toda mi observación a conciencia de tus momentos más frágiles, de tus momentos más fríos. Será en otra vida.

    Un día al calor de un par de tragos busqué en el perfil de tu esposo, (El idiota tiene todo público, no como vos) allí estabas en fotos, con esa sonrisa a medias en todas. Debo haber visto decenas y en todas la misma expresión de felicidad fingida. Lástima. Hubiese querido verte feliz aunque fuese en esos aires de princesa de suburbio, en tu casa con bríos vanguardistas y con tus hijos y tu marido sin estatura suficiente.

    Dieciocho años después me gustaría confesarte que sos un recuerdo, que dependiendo de los olores, sabores, o sensaciones es agradable o frío. Uno de esos recuerdos que dan escalofríos pensando lo que fue, ya poco en lo que pudo haber sido, siempre aferrándome que el gris es mejor color y los términos medios son mejores, ya sabes, esa forma de pensar que siempre odiaste. Recuerdos rotos que no puedo arreglar.

    Te pienso y a veces me arrepiento, porque hay un momento donde veo esa sonrisa en las fotos una sonrisa “término medio” y una parte de mí se siente vengado, pero no, es solo una milésima de segundo. En ninguna de esas fotos veo los camanances.

    En fin, ya somos viejos. Ya el volcán no hace erupción.

    M.
     
    #1
  2. Maramin

    Maramin Moderador Global Miembro del Equipo Moderador Global Corrector/a

    Se incorporó:
    19 de Febrero de 2008
    Mensajes:
    63.527
    Me gusta recibidos:
    36.696
    Género:
    Hombre
    Toda una historia nos compartes con buen discernimiento en correcta narración y análisis de sentimientos y recuerdos.

    [​IMG]
     
    #2

Comparte esta página