Prométeme

Tomás era uno de mis mejores amigos. Él era una persona encantadora. Siempre fue algo introvertido. Era de esas personas que pasan desapercibidas para la mayoría...excepto para aquellos que saben detenerse y ver de verdad.


Aún recuerdo con nostalgia el momento en que me citó en su casa, el último día que le vi. Jamás hubiese imaginado que aquel encuentro con mi amigo era en realidad una despedida. Aún lo recuerdo...como si fuese el día de ayer...
-Estoy muy enfermo. Me diagnosticaron un mal incurable...y va rápido eh?
Recuerdo muy bien como corrían las lágrimas por sus mejillas...al tiempo que intentaba dibujar una sonrisa para mí que no le salía (hasta en sus últimos momentos... pensaba en los demás. ¡Qué ser tan grande!).


Empecé a llorar sin control. Mares salían de mis ojos. Me partió el corazón en dos...y aún hoy no puedo creer que era él el que me intentaba consolar a mí:
-¡Pero no estés triste! ¡...que yo no termino aquí! Estamos aquí de paso...estaremos aquí por un tiempo...y ese tiempo se cumplió para mí. Quiero que sepas que yo seguiré, como así lo harás tú. Sólo aquí mi cuerpo quedará...pero nuestro Amor siempre permanecerá.
No podía creer aquello. No podía concebir que se estuviera despidiendo de mí, y no podía concebir que una persona a la que le quedaba tan poco tiempo me estuviera diciendo todo lo que me estaba diciendo. Continuó, con lágrimas en sus ojos...pero con firmeza:
-No hay fin...porque cada fin es un comienzo, y nada termina...sino que todo vuelve a empezar. Quiero que me prometas algo. - Yo pensé en sus plantas, en cuidar a sus animales...a lo que me respondió que no había problema por eso, ya que sus padres se ocuparían...pero me dijo algo más...algo que jamás olvidaré, y por lo que le estaré eternamente agradecido...donde quiera que esté.
-Prométeme que vas a vivir de verdad. Prométeme que no vas a perder más tiempo, y así como me estás demostrando a mí lo mucho que me quieres porque sabes que puede que sea la última vez...lo mismo harás el resto de tu vida. Irás a encontrarte con tu esposa y le dirás lo mucho que la quieres...y si mañana Dios te regala otro amanecer... se lo dirás de nuevo. Y así...en la medida que corresponda, lo harás con las personas que quieres y que te quieren. Mostrarás tu afecto siempre que te sea posible...y abrirás tu corazón para dar y recibir mucho Amor, pues a eso...en realidad...vinimos aquí, y sólo a eso. Recuerda siempre tu promesa...y recuerda que nunca dejaremos de crecer en este camino de evolución. Siempre te llevaré en mi corazón. Hasta pronto amigo.
Abrazamos nuestros corazones...y marché.


Aquellas profundas e increíbles palabras me despertaron por primera vez en mi vida. Ahora estaba en realidad vivo, con ganas de vivir...con ganas de empezar a vivir.
Justo al cabo de dos días recibí la llamada de sus padres, comunicándome la triste noticia, y diciéndome a continuación:
-Tomás insistió en que te dijesemos que jamás olvides la promesa a un buen amigo.
Tomás había partido ya...hacia su destino...hacia nuestro destino.
Doy gracias a Dios por la oportunidad que la vida me dio de conocer a esta gran persona, pues cambió mi vida para siempre.
Él me enseñó a vivir.


Ahora ya no pierdo el tiempo en disputas que no llevan a ninguna parte...ni en engrandecer mi ego; ya no me interesa la popularidad, ya no busco la aprobación de los demás, ya no pretendo ser mejor que nadie...ya no me interesa el prestigio, y ya no me interesa nada que pueda ser material o superficial...
Ahora sólo busco cumplir una promesa a un gran amigo...ahora sólo busco vivir a través del corazón.


Tomás...donde quiera que estés...nunca te olvidaré.