Prosa de amor propio.

Hoy comprendí que llegamos aquí juntos, nos dejaron cantar cada noche y gozarnos por dos mil días.

Y se nos dio la oportunidad, no la pedimos, la tuvimos y simplemente se nos fue de las manos.

Ya no debo culparme o culparte.

Fuimos transitorios y así debió de ser.

La plenitud que llego un buen día... ya se fue, y ahora me libero de la horrible carga del hubiera.

Y me voy, me largo a pensar en estas palabras... Para no dañarme el pensamiento si es que te recuerdo.

Me confiare a mis propios escritos porque estoy viviendo en ellos, estoy adorando mi lucidez.

Fuimos un valor incalculable, de eso no quiero que quede la menor duda.

Ahora solo somos otros dos viviendo.

Somos dos que ya se despidieron.

Y nuestras voces se quebraron de tanto cantar nuestra canción.

¡Infinitamente Gracias!

¡Gracias por todos estos años!