Prosa irascible, pero melancolica.

Cuantas veces estuvimos frente a frente y te lo guardaste todo, no dijiste nada.
Te preguntaron, te pregunte, pero aun seguías como victima, disfrazada.
Hiena eres con tu actitud de carroñera sentimental, que busca en los desperdicios de la vida un tanto de felicidad.
No me pidas perdón, que ni disculpas te daría, y tus amenazas de niña menopáusica hacen eco en mis ganas mas macabras de que te vayas sin darme un solo adiós; que no lo quiero.
Ándate si quieres, cumple tu amenaza. Viaja hacia los confines de la pollera, tu madre imaginada. El más puro y verdadero mito de tu cabeza descolocada.
Déjanos tus pailas con comida salada; quemada de tus sudores fríos y sebosos. Alientos fétidos de almuerzos apolillados, que con el tiempo, sin recuerdos, fácilmente los hemos de olvidar.
Sufre si quieres, que mi sensibilidad personificada en ti, ya no te cree. Aunque mis hermanos de algodón ensangrentado se revuelquen en sus tumbas, ya no te quiero en mi corazón, es mas; te destierro de mi vida, de mi familia y de todo lo demás.