Puedo reír

Puedo reír.
Puedo llorar.
Sentirme como los demás.
La carga de todo disminuye.
Puedo reír.
Puedo llorar.
Realmente decir lo que siento.
Sin temores absurdos.
Quebrantando estupidas reglas.
Puedo reír.
Puedo llorar.
Razonar con mis antiguos agresores.
Dar mi brazo a torcer.
Dar la espalda a (al) tiempo.
Pensar un minuto antes de reaccionar.
Reírme del mundo.
Dejar que se rían de mí.
Ya no me importa.
Puedo reír.
Puedo llorar
Puedo llorar.
Como cuando era chamo.
Y me negaba a las verdades.
Y no quería crecer.
No quería cambiar.
¡No me quería mudar!
Ni que mataran mis pensamientos.
Las premoniciones me levantaban de noche.
Te lo juro. Sabía lo que iba a pasar.
Dejé de reír.
Dejé de llorar.
Comencé a fumar.
A beber.
A decir mentiras.
A escaparme.
Y escapé.
Y me perdí en calles donde ahora habitan difuntos.
Y me caí.
Y tropecé mil veces con las mismas piedras.
Me dejé tumbar.
Y cuando logré parar… tambaleaba.
Y me perdí.
Sin saber reír.
Sin atreverme a llorar.
Las palabras no me salían.
Y habité entre muchos sin querer pensar.
Practiqué a ser inmune a los sentimientos.
Me engañé con toda clase de pastillas.
Legales y no.
Placebos y no.
Y me pude reír.
Pero mentí.
Y pude llorar.
Llorar y volver a llorar.
Después de mucho tiempo
Pude decir la verdad.
Y pude reír.
Reír y volver a reír.
Y caminar tranquilamente.
Sin estar paranoico.
Infinitamente triste.
O fuera de este mundo.

 

eso de crecer es de lo peor no? te quiero gordo! te leo y me identifico tanto con lo que escribes, lastima que ahora estoy tan lejos... sigue escribiendo eh! un besote