1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

    !!!Te va a encantar, no te la pierdas!!!

    Cerrar notificación

Puzzle truculento

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por Starsev Ionich, 3 de Noviembre de 2023. Respuestas: 0 | Visitas: 117

  1. Starsev Ionich

    Starsev Ionich Poeta asiduo al portal

    Se incorporó:
    26 de Marzo de 2011
    Mensajes:
    346
    Me gusta recibidos:
    204
    Puzzle truculento

    ¿Qué quieren? ¡Por qué estoy aquí! ¡Tengo sed, por Dios, un poco de agua! ¡Tengan piedad…! –La figura encorvada del hombre bajo las luces fluorescentes se proyecta sobre el alto muro como un árbol luchando por salir de un largo invierno. Su mirada enterrada detrás de unas grandes ojeras, por momentos vuelve a la vida, intentando descifrar lo que parece una mezcla entre pesadilla y enigma.
    Mira a su alrededor, percatando la calidez de la habitación. La sangre en su camisa blanca, luce grisácea bajo la luz verde. La habitación parece pausada en un clip acido de música psicodélica. Los muebles lucen somnolientos, al igual que pilas de sillas contra los muros, que parecen barcos atracando sobre un mar de fango.
    Todo luce pasmado, excepto el cuerpo errático del hombre buscando una respuesta. Su corazón late como una jauría de galgos en plena carrera. Muestra signos de privación de sueño, de desnutrición. Grita, pero ni siquiera responde su eco. Su sonido lastimero escapa por las ranuras de la persiana mirando hacia el este, como un acto heroico que su alma no puede realizar. El escapar, ser libre, salir de la habitación.
    - ¿¡Qué es esta sangre!?... Yo no he hecho nada…¿Quién me ha puesto aquí, de quién es la sangre? –Aún está fresca, es cálida, y despide un asqueroso olor ferroso. Palpa su camisa, tembloroso. imaginando lo peor. Huele la prenda repetidamente, intentando evocar un sentimiento más amable, cualquier olor primaveral en un campo de flores. Pero solo existe este olor, caustico, metálico, de un ser que posiblemente se desangró hace mucho tiempo. Y se siente como el verdugo arrastrando el pecado en cada ejecución.
    -Es tuya, es la misma sangre que corre por tus venas. -Siempre has tenido la costumbre de hacer preguntas sin respuesta. Pero, tal vez, hay respuestas tan dolorosas que sucumben ante el terror y desaparecen en el anonimato de la negación. De la inexistencia-.
    -Tu voz… me es tan familiar- ¿Por qué me has traído aquí? ¿Dime que hice?... Siento un temor atroz… ¿Una atrocidad…, es lo que he hecho?... Quiero expiar mis culpas, si acaso, soy artífice del dolor que se calca en estas prendas.
    -Es tuya, es la misma sangre que corre por tus venas- La voz replica una respuesta que se evita, ahora con un tono más preciso y serio, pero no por ello menos paternal.
    El hombre se reconoce a sí mismo, como vocero del juego retorcido. Es una reminiscencia de sí mismo, pero es una voz sin su peso actual. Una voz sin culpa, una voz libre, a otro lado del muro.
    Cuando reconoce la posibilidad de que es el único hombre en el mundo, y que, además, está encerrado como castigo, por un crimen que tal vez cometió; una puerta oculta se abre en el alto muro. Un hombre que parece, careciera de alma, deja sobre una de las mesas un par de elementos.
    Intenta darle sentido a lo único que podría acercarse a una respuesta al enigma, hasta el momento. Si es que existe uno...
    Desdobla tembloroso lo que pareciera un tablero. Un pequeño montoncito ahora es un tablero rústico de 120 x 120 cm. Y luce indefectiblemente cuadrado, ocupando más espacio del que se hubiera creído, al igual que los intestinos de un hombre, desenrollados sobre el mesón de una morgue clandestina.
    Desocupa la bolsa de terciopelo, con una mueca de incredulidad sarcástica, No puede ser tan predecible la escena. Ya había predicho que iban a salir unas cuantas fichas para completar el puzzle, pero no imaginaba que fueran tantas. Solo dos colores, blanco y negro. Miles de pequeñas fichas, igual de simétricas al tablero. Recuerdan el ajedrez. Cuanto daría por una partida con algún ser querid… Por un momento, recuerda que su soledad ya existía antes de habitar aquel cuarto, que su soledad era inherente a su vida. Recuerda partidas impersonales con extraños, pero ningún movimiento enseñado con amor por un ser querido.
    Respira por un momento, resignado, pero tranquilo; ya que su soledad lo aleja de la posibilidad de haber cometido una atrocidad, de haber atentado contra un ser querido. Ser querido, dos palabras con una semántica confusa, alejada de la prueba de realidad. Solo dos palabras como humo de cigarrillo desapareciendo entre el humo asfixiante y pesado de los carros.
    Como organizar las fichas…, ¿descifrar algún código?... ¿Existe algún parámetro o combinación que abra la puerta de la verdad? El hombre por primera vez, siente calma; al reconocer la posibilidad de concentrar sus emociones en un objetivo. Objetivo que llena su soledad, y habita la soledad pasmada de la habitación sin otro color más que, el verde repetido. La habitación ahora parece abarrotada por una misión; la llena, como el humo que coloniza vorazmente unas ruinas carcomidas por las llamas.
    Prueba unas cuantas combinaciones. Las fichas, sus posiciones azarosas, revelan en blanco y negro una gran soledad, aun más deprimente. Dibujan escenas tristes de un hombre que calla, pero que clama con una mirada enterrada detrás de sus ojeras. Revelan, a transeúntes encerrados en sus propios pensamientos, y a un ser vulnerable, que teme al desprecio y que es ignorado.
    Mientras el hombre se acerca a la verdad, acompañado por sus pensamientos confusos, pensamientos como fichas en el puzzle que arma y desarma, la desesperación lo arrastra, de nuevo e irremediablemente, al consolador y desesperante inicio…
    Un despertar desorientado que nos devuelve a la raíz de su negación. A su culpa disfrazada por el castigo autoimpuesto; o tal vez sea un atisbo de humanidad y cariño por sí mismo…
    ¿Qué quieren? ¡Por qué estoy aquí! ¡Tengo sed, por Dios, un poco de agua! ¡Tengan piedad…!
    FIN
     
    #1

Comparte esta página