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¿Qué prefieres, María?

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por Elisalle, 22 de Mayo de 2014. Respuestas: 5 | Visitas: 797

  1. Elisalle

    Elisalle Poetisa

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    ¿QUÉ PREFIERES, MARÍA?


    ME PERMITO ESCRIBIR ABAJO DEL PRIMERO, MI TRABAJO CORREGIDO POR UN AMIGO ESCRITOR.



    El pasado no vuelve
    Es la parte de nuestra historia
    Que ya se escribió.


    Luego de haber vaciado el clóset y descolgado algunos vestidos, quiso abandonar la idea de la cita, ninguno iba bien. Ingrata sorpresa, parecía haber subido un kilito imprudente. Solo hubo uno que salvó aquella cena inesperada: el vestido azul, que por bonito lo había comprado alguna vez pero siempre había un ladito que quedaba más suelto en su silueta y arreglarlo corría riesgo que perdiera la forma. Ahora era el momento de usarlo. Se tomó el cabello, descuidadamente como se lleva formal. Un bolsito, el abrigo de terciopelo negro, tacos de charol y medias discretas. Lista a encontrarse con esa aventura de la que nada esperaba, pero sí había curiosidad por saber de aquel hombre, cómo estaba, cómo actuaba, de qué hablaría ese señor que hoy es caballero y que fue su gran amor a los 17.
    En aquel Restaurant de lujo que jamás había visitado con amigos ni nadie por lo costoso y de solo verlo por fuera le asustaba. Allí estaba citada y antes de entrar se mordió los labios, descorrió su labial. Sin pensarlo más inició la rápida subida a la escalera de tres peldaños y atento la recibe el guardia del lugar con una sonrisa bien educada:

    ¿Tiene reserva, señorita?
    -Sí señor, me esperan-

    Entró al lugar finamente decorado, grandes pinturas en sus pasillos y espejos increíbles, más el fino brocado en las paredes. Lámparas refaccionadas en modelo antiguo daban una luz suave y muy agradable. En uno de los espejos arregló el desperfecto en sus labios, causada por la mordida de minutos atrás. Ya no había angustia ni ansiedad. Un guardia solicitaba su abrigo para dejarlo en el vestíbulo y otro le decía que su acompañante la esperaba en el salón principal al que la guiaba. De pronto una figura morena, de altura normal que no conoció porque a contra luz no permitía distinguir. Solo vio el gesto que hizo retirar a su acompañante, mientras este solicitaba permiso a ella para retirarse.

    Allí estaba él ¿Cuántos años hacía de no verlo? ¿Diez, quince? No recordaba exactamente. Fue mirarse un segundo o una eternidad. La inquietud estaba en sus ojos y posiblemente en los de ella sin atinar a decir nada. Luego el rió contagioso y ella también. Su risa era nerviosa, emocionada y la atrajo hacia su cuerpo, abrazándola con ímpetu y una voz emocionada que decía en su oído: -¡Mary, por Dios, estás aquí y ha pasado tanto tiempo! ¡Tu rostro no ha cambiado!, solo tienes una chispita de tristeza en la mirada que la hace más bella para mí- Ella miró su pelo, ya no era tan rizado, los gesto de sus cara eran más marcados y los grises en las sienes lo hacía más guapo. Sus ojos, aquellos ojos que fueron su delirio un día, también los opacaba la tristeza. En el sofá del salón charlaron no se sabe cuánto tiempo, pero más que eso, la conversación fue de gestos y miradas y una emoción que se palpaba hasta en el borde del sillón que ocupaban.

    De pronto avisan que ya puede pasar a ocupar la reserva. Gentilmente se puso de pie con rapidez y ofreció su mano para que se asiera a la suya y así caminaron por el salón hasta llegar al comedor. La cena fue grata. El vino del mejor y el postre fue el que María se sirvió con más alegría, es adicta a los postres. Luego, Miguel, así es su nombre, la invitó a charlar de cosas “serias y relevantes” dijo:

    –Toda mi vida te recordé. Fuiste quien penó en todos mis años de matrimonio y razones tuvo mi ex-esposa para no querer oír ni tu nombre. Sabía que en mi mente estabas siempre. Una vez te busqué, después que te casaste para irnos lejos, muy lejos con tus hijas. Yo desertaría, tenía dinero para hacerlo y era responsable por ti y por ellas. Entonces no aceptaste y yo lo comprendí, pero mi mejor meta en la vida era volver a buscarte un día, cuando ambos estuviéramos liberados de obligaciones. Te he seguido los pasos en silencio, sé que te has separado hace tiempo y yo hasta hace medio año atrás llevé una vida de apariencias y de alguna manera aquello debió terminar. Terminó, María y vengo a proponerte algo. Lo mismo de ayer, pero hoy solos, sin hijos, ¡Vámonos de aquí! Contigo quiero terminar mi vida ya que el destino se encargó de no dármela entera a tu lado- Esto, mientras apretaba con fuerza sus manos hasta fijarse ella en la arruguita que se había formado en el mantel blanco por el esfuerzo de atraerla hacía sí. Su voz casi suplicante la hizo dudar un poco y querer complacerlo en su solicitud, en su invitación. Era el hombre que había amado toda su vida que estaba enfrente, ofreciéndole una vida.


    Con suavidad retiró sus manos de las suyas, mientras arreglaba unos cabellos que se habían caído del tomado, debido al esfuerzo de no tener una posición relajada y un gesto nervioso que hizo inconscientemente por su cabeza y su arete. Mientras se sentaba cómoda en la silla nuevamente, se sintió dueña de la situación y expresó:

    A ver, vamos por parte, Miguel. Es una noche inolvidable esta, no sé si termine igual a como son estos minutos porque debo decirte mi verdad. Miguel, acomodándose en su silla la miró inquieto y con temor, pero dispuesto a escuchar lo que tenía que decir. Vamos, di, querida-
    Es verdad que me he separado, que mis hijos están grandes, cada uno es dueño de su vida al igual que tú. Tampoco te olvidé en años pero llegó un momento en que tu recuerdo no me hizo daño y supe que el olvido había llegado. No obstante, creo que siempre busqué a alguien que se te pareciera y nunca lo encontré. Yo tengo una vida nueva y he tenido muchas otras, deseé alguna vez que aparecieras pero no fue. Hoy yo he elegido la que me gusta, en la que no soy enteramente feliz, nada es así, pero es la que quiero seguir viviendo. No deseo abandonar por nada ni por nadie mis proyectos ambiciosos, tal vez, sin asidero real pero quiero intentarlo y lo hago a medida de mis fuerzas.


    -María, de jóvenes, tan jóvenes queríamos conocer Venecia ¿Recuerdas? Soñábamos que nos escapábamos muy lejos de nuestra familia, de nuestros padres, sin un peso en los bolsillos, ricos en juventud y con las ganas locas de descubrir el mundo juntos. Mira, hoy tengo más que un viaje a Venecia. Todos estos años he hecho un depósito mensual para cumplir mi sueño contigo, nuestros sueños. Lo mereces, lo merezco, lo merecemos por todo aquello que quedó trunco en la adolescencia. Puedes elegir quedarte donde quieras y yo estaré contigo. Recuerda que soy el último romántico y contigo soy el loco romántico. Elige, María ¿Italia, Francia, Grecia, Canadá? Elige, María. Tengo el mundo a tus pies-

    Lo miró con los ojos humedecidos y él se acercó a secar una furtiva lágrima de aquellos ojos amados con sus labios. Ella lo alejó y con un mohín de cabeza dijo: NO. - ¿Estás segura, María? ¿Necesitas tiempo para pensarlo, para decidirte? Yo entiendo que he llegado de pronto. Te doy el tiempo, amada, todo el tiempo pero no te separes de mí-

    María hizo ademán de ponerse en pie al mismo que lo hizo él. Lo miró profundo por unos instantes, acarició su barbilla y depositó un beso en la mejilla al tiempo que dijo bajito: Adiós, Miguel, el pasado se vive una vez, cuando es presente. Hoy no lo es.


    Tomó su bolsito y dio una última mirada a Miguel, segura de sí misma volteó hacia el pasillo. Presto tenían su abrigo, soltó su pelo atado, no le gustaba así y salió a la calle de prisa. Afuera el viento jugó con su pelo, lo hizo maraña, la atadura lo enredó más y el viento de Mayo hizo lo suyo. Sonrió y una tremenda mochila llena de PASADO ya no llevaba sobre sus hombros. Buscó un taxi, miró la hora y se dijo a sí misma: ¡Dios, debo subir una Poesía en el Portal! Estoy atrasada…


    Margarita
    22/05/2014


    Todos los derechos Reservados
    Prohibida su reproducción parcial
    y/o total por cualquier medio
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    [FONT=&quot]¿QUÉ PREFIERES, MARÍA?
    [FONT=&quot]

    El pasado no vuelve,
    es la parte de nuestra historia
    que ya se escribió.


    . Luego de haber vaciado el clóset y descolgado algunos vestidos, quiso abandonar la idea de la cita, ninguno iba bien. Ingrata sorpresa, parecía haber subido algún kilito. Pero hubo uno que salvó aquella cena inesperada: el vestido azul, que por bonito lo había comprado, pero siempre había un ladito que quedaba más suelto en su silueta y arreglarlo corría riesgo que perdiera la forma. Ahora era el momento de usarlo. Se tomó el cabello, como se lleva formal. Un bolsito, el abrigo de terciopelo negro, tacos de charol y medias discretas. Lista a encontrarse con esa aventura de la que nada esperaba, pero sí había curiosidad por saber de aquel hombre, cómo estaba, cómo actuaba, de qué hablaría ese señor que hoy es caballero y que fue su gran amor a los diecisiete.

    [FONT=&quot]En aquel Restaurant de lujo que jamás había visitado con amigos ni nadie por lo costoso y de solo verlo por fuera le asustaba. Allí estaba citada y antes de entrar se mordió los labios, descorrió su labial. Sin pensarlo más inició la rápida subida a la escalera de tres peldaños y atento la recibió el guardia del lugar con una sonrisa:
    [FONT=&quot]—¿Tiene reserva, señorita?
    [FONT=&quot]—Sí señor, me esperan.[FONT=&quot]
    [FONT=&quot]Entró al lugar finamente decorado, grandes pinturas en sus pasillos y espejos increíbles, más el fino brocado en las paredes. Lámparas refaccionadas en modelo antiguo daban una luz suave y muy agradable. En uno de los espejos arregló el desperfecto en sus labios, causada por la mordida de minutos atrás. Ya no había angustia ni ansiedad. Un guardia solicitaba su abrigo para dejarlo en el vestíbulo y otro le decía que su acompañante la esperaba en el salón principal al que la guiaba. De pronto una figura morena, de altura normal que no conoció porque a contra luz no permitía distinguir. Solo vio el gesto que hizo retirar a su acompañante, mientras este solicitaba permiso a ella para retirarse. [FONT=&quot]
    [FONT=&quot]Allí estaba él ¿Cuántos años hacía de no verlo? ¿Diez, quince? No recordaba exactamente. Fue mirarse un segundo o una eternidad. La inquietud estaba en sus ojos y posiblemente en los de ella sin atinar a decir nada. Luego el rió contagioso y ella también. Su risa era nerviosa, emocionada y la atrajo hacia su cuerpo, abrazándola con ímpetu y una voz emocionada que decía en su oído: «¡Mary, por Dios, estás aquí y ha pasado tanto tiempo! ¡Tu rostro no ha cambiado!, solo tienes una chispita de tristeza en la mirada que la hace más bella para mí». Ella miró su pelo, ya no era tan rizado, los gesto de sus cara eran más marcados y los grises en las sienes lo hacía más guapo. Sus ojos, aquellos ojos que fueron su delirio un día, también los opacaba la tristeza. En el sofá del salón charlaron, pero más que eso, la conversación fue de gestos y miradas y una emoción que se palpaba hasta en el borde del sillón que ocupaban.
    [FONT=&quot]De pronto avisan que ya puede pasar a ocupar la reserva. Gentilmente se puso de pie con rapidez y ofreció su mano para que se asiera a la suya y así caminaron por el salón hasta llegar al comedor. La cena fue grata. El vino del mejor y el postre fue el que María se sirvió con más alegría, es adicta a los postres. Luego, Miguel, la invitó a charlar de cosas “serias y relevantes” dijo:
    [FONT=&quot]«Toda mi vida te he recordado. Fuiste quien penó en todos mis años de matrimonio y razones tuvo mi ex esposa para no querer oír ni tu nombre. Sabía que en mi mente estabas siempre. Una vez te busqué, después que te casaste para irnos lejos, muy lejos con tus hijas. Yo desertaría, tenía dinero para hacerlo y era responsable por ti y por ellas. Entonces no aceptaste y yo lo comprendí, pero mi mejor meta en la vida era volver a buscarte, cuando ambos estuviéramos liberados de obligaciones. Te he seguido los pasos en silencio, sé que te has separado hace tiempo y yo hasta hace medio año atrás llevé una vida de apariencias y de alguna manera aquello debió terminar. Terminó, María y vengo a proponerte algo. Lo mismo de ayer, pero hoy solos, sin hijos, ¡vámonos de aquí! Contigo quiero terminar mi vida ya que el destino se encargó de no dármela entera a tu lado».
    [FONT=&quot] Esto, mientras apretaba con fuerza sus manos, hasta fijarse ella en la arruguita que se había formado en el mantel blanco por el esfuerzo de atraerla hacía sí. Su voz casi suplicante la hizo dudar un poco y querer complacerlo en su solicitud, en su invitación. Era el hombre que había amado toda su vida que estaba enfrente, ofreciéndole una vida.[FONT=&quot]
    [FONT=&quot]Con suavidad retiró sus manos de las suyas, mientras arreglaba unos cabellos que se habían caído del tomado, debido al esfuerzo de no tener una posición relajada y un gesto nervioso que hizo inconscientemente por su cabeza y su arete. Mientras se sentaba cómoda en la silla nuevamente, se sintió dueña de la situación y expresó:[FONT=&quot]
    [FONT=&quot]—A ver, vamos por parte, Miguel. Es una noche inolvidable esta, no sé si termine igual a como son estos minutos porque debo decirte mi verdad.
    [FONT=&quot]Miguel, acomodándose en su silla la miró inquieto y con temor, pero dispuesto a escuchar lo que tenía que decir. Vamos, di, querida.
    [FONT=&quot]—Es verdad que me he separado, que mis hijos están grandes, cada uno es dueño de su vida al igual que tú. Tampoco te olvidé en años pero llegó un momento en que tu recuerdo no me hizo daño y supe que el olvido había llegado. No obstante, creo que siempre busqué a alguien que se te pareciera y nunca lo encontré. Yo tengo una vida nueva y he tenido muchas otras, deseé alguna vez que aparecieras pero no fue. Hoy yo he elegido la que me gusta, en la que no soy enteramente feliz, nada es así, pero es la que quiero seguir viviendo. No deseo abandonar por nada ni por nadie mis proyectos ambiciosos, tal vez, sin asidero real pero quiero intentarlo y lo hago a medida de mis fuerzas.[FONT=&quot]
    [FONT=&quot]—María, de jóvenes, queríamos conocer Venecia ¿Recuerdas? Soñábamos que nos escapábamos muy lejos de nuestra familia, de nuestros padres, sin un peso en los bolsillos, ricos en juventud y con las ganas locas de descubrir el mundo. Mira, hoy tengo más que un viaje a Venecia. Todos estos años he hecho un depósito mensual para cumplir mi sueño contigo, nuestros sueños. Lo mereces, lo merezco, lo merecemos por todo aquello que quedó trunco en la adolescencia. Puedes elegir quedarte donde quieras y yo estaré contigo. Recuerda que soy el último romántico y contigo soy el loco romántico. Elige, María ¿Italia, Francia, Grecia, Canadá? Elige, María. Tengo el mundo a tus pies.[FONT=&quot]
    [FONT=&quot]Lo miró con los ojos humedecidos y él se acercó a secar una furtiva lágrima de aquellos ojos amados con sus labios. Ella lo alejó y con un mohín de cabeza dijo: [FONT=&quot]
    [FONT=&quot] —[FONT=&quot]¿Estás segura, María? ¿Necesitas tiempo para pensarlo, para decidirte? Yo entiendo que he llegado de pronto. Te doy el tiempo, amada, todo el tiempo pero no te separes de mí.[FONT=&quot]
    [FONT=&quot]María hizo ademán de ponerse en pie al mismo que lo hizo él. Lo miró profundo por unos instantes, acarició su barbilla y depositó un beso en la mejilla al tiempo que dijo bajito[FONT=&quot]: «Adiós, Miguel, el pasado se vive una vez, cuando es presente. Hoy no lo es».
    [FONT=&quot]Tomó su bolsito y dio una última mirada a Miguel, segura de sí volteó hacia el pasillo. Presto tenían su abrigo, soltó su pelo atado, no le gustaba así y salió a la calle de prisa. Afuera el viento jugó con su pelo, lo hizo maraña, la atadura lo enredó más y el viento de mayo hizo lo suyo. Sonrió y una tremenda mochila llena de PASADO ya no llevaba sobre sus hombros. Buscó un taxi, miró la hora y se dijo a sí misma: [FONT=&quot]«¡Dios, debo subir una Poesía en el Portal! Estoy atrasada…»

    [FONT=&quot]
    Margarita
    22/05/2014








     
    #1
    Última modificación: 23 de Mayo de 2014
  2. benignorod

    benignorod Poeta que considera el portal su segunda casa

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    2 de Agosto de 2009
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    Excelnte trabajo, dejando un mensaje claro de vivir el presente a cada instante, es cierto el pasado ya paso y volvera otro tiempo, vivir sin fantasmas ni ataduras, por supuesto deja una gran experiencia para publicar un poema, recibe un gran saludo cariñoso.
     
    #2
  3. Nancysant

    Nancysant Poeta que no puede vivir sin el portal

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    5 de Junio de 2011
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    Una gran lectura Elisalle, dejas un buen mensaje a través de tus letras, pues cierto es que el pasado no repite las oportunidades perdidas, y si lo hiciera nunca sería igual. Me ha encantado pues hasta me he visto en ellas, te dejo un abrazo y gracias por tu gran relato.
     
    #3
  4. Romeo Sebastian Bellini

    Romeo Sebastian Bellini Poeta recién llegado

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    29 de Marzo de 2014
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    El lirio y su finura tras un cendal se embelesa
    y así se armoniza la magia...
    todo tiene un tiempo y el tiempo en su momento
    hermoso relato de escuela y de vida... Augurio a su pluma, Besos...Romeo
     
    #4
  5. LUVIAM

    LUVIAM Poeta veterano en el portal

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    23 de Noviembre de 2011
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    Magnífica tu prosa que he tenido el gusto de disfrutar y aunque extensa mantiene al lector en atención hasta el final , un final encantador. Me gustó esta frase , encierra sabiduria . Mis aplausos con mis buenas noches amiga .

    [FONT=Verdana, Arial, Tahoma, Calibri, Geneva, sans-serif] " el pasado se vive una vez, cuando es presente. Hoy no lo es."
     
    #5
  6. Lourdes C

    Lourdes C POETISA DEL AMOR

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    29 de Julio de 2012
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    Género:
    Mujer
    Bellísimo relato! Me ha encantado y emocionado mucho. Debemos hacer los que nos hace felices como escribir poesia y publicarla en MP. No se puede vivir del pasado pues el pasado, pasado es. Un gsto leerte de verdad. Tu escrito es maravilloso. Mereces Reputacion pero no pudexahora. Graciaa por compartirlo. Un abrazo y Bendiciones todas.
     
    #6

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