Que seas feliz

Cegado por la pena y la desdicha,
sollozo amargamente mi despecho,
sentado en un refugio de recuerdos,
que yacen solitarios entre sombras.
Tuvimos un idilio inmaculado,
sin mancha de falsías o de engaños,
sintiendo por las venas marejadas,
de dulces ilusiones y de sueños.
Mis manos aun retienen la tibieza,
que entera y sin reproches me entregaste,
pues todo lo que hacías, era un acto
de amor, que de tu pecho brotó puro.
Ya ha muerto la esperanza que tenía,
de verte ante un altar, en matrimonio,
haciéndote mi esposa para siempre,
y ser hasta la muerte, siempre tuyo.
Las gracias puedo darte vida mía,
por toda la gran dicha que me diste,
[SIZE=4]y ruego que el Señor desde los cielos,[/SIZE]
[I][SIZE=4]te de felicidad, en la existencia.[/SIZE][/I]

 

Lamento mucho la pena de ese amor, ella vivira por siempre en tu inspiracion.
Tristes versos.

 

nada mas nada menos se le ha de desear


meencanto tu poema, saludos

 

Hola!
Con buenos deseos siempre se terminan las dulces ilusiones y los grandes amores.

 

Qué bello idilio inmaculado que marcó tu vida.
Muy buen poema.

Un besito.