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¡Que venga Dios...y lo Lea.

Tema en 'Poemas Melancólicos (Tristes)' comenzado por Ángel San Isidro, 20 de Marzo de 2016. Respuestas: 0 | Visitas: 249

  1. Ángel San Isidro

    Ángel San Isidro Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Hombre

    ¡Que venga Dios...y lo lea!,

    Hay quien dice y afirma que el amor
    es como una droga donde el alma alucina,
    siendo el único valor natural que tenemos
    todos los extraños del amor que produce...
    esa autentica sensación,
    por desgracia casi todos los seres humanos
    somos seres imperfectos y divinos con el amor,
    que está dentro de la voluntad del ser misterioso
    de Jesús de Nazaret,
    siendo un gran ser humano y un bendito señor
    que sufrió y padeció la ira inútil del hombre,
    para calmarnos de nuestras banales ambiciones
    con su dolor sufrido en esta hipócrita vida,
    por ese buen hombre que vivió y vive majestuoso
    en nuestros ignorantes e ingratos...
    corazones;

    Y así...
    de un soplo solucionar nuestros actuales
    males congénitos que nos acucian sin piedad,
    sin poder ni siquiera extrapolar nuestros sentidos
    del amable y humilde aullido del corazón salvaje,
    que estelar sufre cautivo dentro del excelso...
    paisaje;

    Bueno...
    opinar sobre el amor es la única garantía
    que tenemos los seres humanos para limar...
    nuestras asperezas,
    de esas pequeñas esferas que todos tenemos
    para esquivar al dolor y salvar de la quema,
    al amor con las enterezas de nuestras viejas...
    prebendas,
    y alcanzar con dulzura el perdón divino
    que nos ofrece nuestro querido Dios cautivo,
    para albergar la eterna felicidad escondida...
    en nuestros corazones;

    Sin renunciar al perdón que nos ofrece
    la voluntad vigorosa del genuino amor,
    de esa maravillosa luz radiante de nuestra
    querida y bella estrella errante,
    que con verdadero amor establece y protege
    nuestras almas sumisas en la calma frágil...
    del creador.

    ¡Que venga Dios...y lo Lea!

    Autor: Ángel San Isidro
    Todos los Derechos Reservados

     
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