Querida

Querida,

Si tú te sintieras como yo me siento,
no volveríamos a vernos,
porque no podríamos soportar no saber qué siente el otro.

Nos consumiría la locura desde afuera hacia dentro,
y haríamos todo lo posible por evitarnos,
para no saber del otro,
mientras nos morimos por saber del otro.

Nuestras ganas de hacer todo por el otro
harían que no nos falte nada…
y que no podamos hacer nada.

No volveríamos a hablarnos,
solamente por no quitarle un segundo de palabra al otro.

Los silencios serían eternos,
en nuestros intentos de leer los pensamientos del otro;
y por el esfuerzo, perderíamos los nuestros propios.

Pero si tú me quisieras de otra manera,
yo sería tan feliz,
que podría quererte de una mejor manera: desinhibida.

No volveríamos a hablarnos,
porque las palabras no harían falta.
Ya lo sabríamos todo.

Querida:
¿Qué pasaría si yo te quisiera como tú quieres?
¿Podríamos hablarnos sin cuidado?
¿Podríamos cruzarnos y seguir de largo sin voltear?
¿Serían los silencios planos y vacíos?
¿Habría más personas con tu nombre?

Querida:
¿Acaso tú me quieres?
¿Tú también has sentido la vieja angustia?
¿Has visto cómo se manifiesta cada noche y nubla tu descanso?

Querida,
te quiero.